QRÓNICA DEL MISTERIO
Amityville: entre el horror y el terror
La madrugada del 13 noviembre de 1974, la familia DeFeo dormía plácidamente en su casa situada en el 112 de Ocean Avenue de Amityville, condado de Suffolk en Long Island, Nueva York. En torno a las 3 horas, Ronald DeFeo Jr, conocido como Butch, entró en el dormitorio de sus padres armado con un rifle Marlin 336C del calibre 35. Descerrajó dos tiros a su padre. Las detonaciones despertaron a su madre Louise, a la que también mató de sendos disparos.
A continuación se dirigió a la habitación de sus hermanos de 12 y 9 años,Marc y John Matthew a los que descerrajó dos tiros, uno a cada uno
Por último, entró en la habitación de sus hermanas. Disparó a Dawn, de 18 años, y luego Allison, de 13 a la que, como le había sucedido a su madre antes, había despertado el ruido. Según los forenses, cuando la niña recibió el tiro que le causó la muerte estaba despierta. El balance fue de seis cadáveres. Una masacre.
La mañana del 13 de noviembre, Ronald DeFeo Jr. se duchó para quitarse la sangre, metió las prendas manchadas en una bolsa, se vistió con ropa limpia y salió de la casa familiar. Como cualquier otro día, se dirigió a su puesto de trabajo en el concesionario familiar donde también trabajaba su padre. De camino, aprovechó para deshacerse del rifle y la ropa sucia.
Durante toda la jornada, Ronald Jr. empezó a teatralizar una coartada. Telefoneó varias veces a su casa aparentemente extrañado por la ausencia de su padre, pero ninguna de las llamadas fue atendida. El muchacho, visiblemente preocupado, compartió su inquietud con los compañeros del trabajo y con algunos amigos con los que quedó al finalizar la jornada laboral, que también vieron cómo llamaba a casa sin éxito. Posteriormente, los trabajadores del concesionario afirmaron sentirse extrañados ante la preocupación de Butch, dado que la relación entre padre e hijo era nefasta.
Ronald se despidió de sus amigos y se dirigió a su casa. Al poco salió corriendo en busca de ayuda al cercano bar de Harry, donde continuó cimentando su coartada mostrandose horrorizado ante la masacre que él mismo había perpetrado.
Según el atestado policial, a eso de las 6:30 horas de la tarde, BUTCH entró en el Harry’s Bar de Amytiville gritando “¡Ayúdenme! Creo que han disparado a mis padres”. Algunos clientes que se encontraban en el local acompañaron a Butch a su casa, aunque estoy seguro de que lo que vieron hizo que se arrepintiesen en el acto de haber sido tan dispuestos. Los cuerpos sin vida de los seis miembros de la familia DeFeo, formada por el matrimonio, dos niños y dos niñas, yacían sin vida en sus correspondientes camas. Todos muertos por impactos de bala.
La policía no tardó en llegar al lugar para iniciar las investigaciones destinadas a resolver un crimen que, aparentemente, carecía de móvil y sobre el que no había pistas concluyentes. Durante las primeras pesquisas, realizadas todavía en la casa familiar, Ronald Jr. dijo tener sospechas de quién podría haber cometido los asesinatos. Según el joven, su padre había tenido en el pasado una disputa por cuestiones empresariales con una persona vinculada a la mafia que podría haber decidido vengarse cometiendo la masacre.
La policía no dudó de la declaración de Ronald Jr. hasta tal punto que, temiendo que el asesino regresase a por él para acabar el trabajo, decidió trasladarlo a sus dependencias para protegerlo. Sin embargo, al verse en comisaría y ser preguntado por otros detalles referentes a ese presunto ajuste de cuentas, DeFeo se vino abajo y confesó.
Según el abogado de Butch, William Webber, el asesinato de la familia DeFeo había sido cometido por Ronald Jr. después de que se lo ordenasen unas voces que escuchaba en su cabeza y que serían consecuencia de consumo de drogas, especialmente LSD y heroína. EL letrado trataba de argumentar un diagnostico de locura para evitar la pena capital. Sin embargo Butch fue condenado a muerte en base al informe del psiquiatra de la físcalia, Harold Zolan, quien; dando la razón al psiquiatra de la defensa en tanto en cuanto el acusado era consumidor habitual de drogas, en el momento de los asesinatos era plenamente consciente de sus actos, diagnosticando el Dr Zolan un trastorno antisocial de la personalidad.
Fue condenado a seis penas consecutivas de 25 años de cárcel cada una. En definitiva, una cadena perpetua que cumple actualmente en la penitenciaría de Green Haven Correctional Facility en Beekma, Nueva York. Ninguna de sus apelaciones para solicitar la libertad condicional ha sido atendida en estas mas de cuatro décadas.
Hasta aquí el relato de un crimen terrible que en sí mismo alcanza las cotas más altas en cuanto a crónica negra se refiere.
Pero si algo ha hecho mundialmente famosa a esta mansión hasta tal punto de convertirse en un icono contemporáneo y arquetipo de casa encantada por excelencia son los supuestos fenómenos paranormales que sucedieron después de la matanza.
Se trata de una mansión de estilo holandés de varias plantas, jardín y un embarcadero en la parte de atrás. Una joya inmobiliaria cuyo valor se había depreciado considerablemente a consecuencia de los dramáticos acontecimientos sucedidos en su interior.
Por esa razón, cuando el matrimonio Lutz se interesó por la propiedad, pudo adquirirla a un precio ridículo. Sin embargo, George Lutz, su esposa Kathy y sus tres hijos apenas pudieron residir en la casa 28 días, transcurridos los cuales, abandonaron la casona aterrorizados dejando todos sus enseres personales en la misma.
Los Lutz no tardaron en dar a conocer las causas de tan repentina huída. Invasiones de insectos, movimiento de objetos, levitaciones o voces que amenazaban al matrimonio, a sus hijos e incluso a un sacerdote que habría acudido a la casa a bendecirla. Se trataba del padre Pecoraro, el cual, según el matrimonio, afirmó escuchar una voz hostil que le decía "FUERA DE AQUI". El sacerdote no volvió a pisar la casa.
La hija pequeña, llamada Missy decía que tenía un amigo imaginario con aspecto de cerdo llamado JODIE. Una tarde Kathy acudió a la habitación de la pequeña Missy. La escuchaba hablar sola y canturrear, como si jugase con alguien. Al entrar vio que la pequeña mecedora de la niña se movía sola. Manteniendo el tipo para no alertar a la pequeña, Kathy le preguntó que con quien hablaba. Missy respondió que con su amigo Jodie.
Este testimonio aterrador de la pequeña Missy se vió refrendado por una experiencia que les tocó vivir, en este caso a Jimmy, hermano mayor de Kathy y su mujer Carey. Se acababan de casar y al volver de la luna de miel pasaron una noche en casa de los Lutz. Se instalaron en la habitación de Missy, la cual durmió aquella noche en otra habitación. Bien entrada la madrugada, cuando todos dormían, un grito desgarrador alerto a George y Kathy. Entraron en la habitación y se encontraron al matrimonio abrazado. Jimmy trataba de tranquilizar a Carey. Aterrada les dijo que le había despertado el sonido del balanceo de la mecedora. Abrió los ojos y vió a un niño sentado balanceándose. Se levantó y la agarró de los pies pidiéndole ayuda porque decía que estaba muy enfermo y que se iba a morir. Jimmy, con buen criterio, trataba de calmar a su esposa diciéndole que seguramente habría sido un sueño. Lo sorprendente es que George afirmó que tocó el asiento de la mecedora y estaba caliente.
Una noche George se despertó a las 3 de la madrugada, cosa que le estuvo ocurriendo recurrentemente durante aquellos 28 días. Escuchó unos sonidos que parecían ser gemidos sexuales que provenían del exterior de la casa. Se asomó a la ventana y vió que las puertas del embarcadero se encontraban abiertas, a pesar de que estaba convencido de haberlas dejado cerradas. Bajó las escaleras y se dirigió al embarcadero. Cerró las puertas y cuando se giró vió a su hija Missy que le miraba por la ventana. En ese momento vió una figura gigantesca con forma de cerdo aparecer detrás de la pequeña. Horrorizado subió las escaleras temiendo por su hija. Cuando entró en la habitación de la niña, esta se hallaba durmiendo plácidamente.
Según los Lutz, Jodie se estuvo apareciendo repetidas veces. Otra noche el matrimonio se encontraba en la sala de estar sentados frente a la chimenea. Kathy y George hablaban de todo lo que les estaba ocurriendo desde que entraron en la casa. En un momento dado Kathy se echó a llorar superada por los acontecimientos y se abrazó a su marido. No llegó a hacerlo porque un grito de terror salió de su garganta. George se giró y vió unos ojos rojos enormes que les observaba desde la ventana. Armándose nuevamente de valor salió afuera y comprobó que en la nieve se habían quedado grabadas unas huellas de lo que, sin lugar a dudas, era un cerdo de al menos cien kilos.
George Lutz aseguraba también que tres de las noches en las que se despertaba a las 3 am vió a su mujer Kathy levitando sobre la cama y con aspecto de anciana, pero no solo el hombre era testigo de tan extraño cambio. Cuando Kathy se despertó y se miró al espejo vió que efectivamente, su rostro estaba plagado de arrugas y su cabello blanco. Tal metamorfosis iba desapareciendo durante la noche para recobrar su aspecto natural por la mañana.
Pero además de sus levitaciones, las noches de Kathy tenían una actividad onírica muy descriptiva.
Soñaba que toda su familia era asesinada con un rifle por la noche, o que una mujer practicaba sexo con un amante, en la misma cama en la que Kathy estaba durmiendo. Más tarde, Kathy descubrió que la mujer con la que soñaba era la difunta Louise DeFeo y que, efectivamente, había tenido un amante secreto. Sus sueños se repitieron una y otra vez hasta que abandonaron la casa.
¿Que les ocurrió a los Lutz para tener que huir despavoridos en mitad de la noche 28 días después de ocupar la casa?.
Lo cierto de esta historia es que, efectivamente el crimen de la familia DeFeo es un suceso tan trágico como impactante. Pero en cuanto a los supuestos fenómenos paranormales que han hecho mundialmente famosa a esta casa la realidad es menos romántica. Al parecer todo nace de un trato formalizado por los Lutz, Ronald DeFeo Jr. y su abogado, William Weber. El letrado buscaba un eximente para librar de la pena capital a su cliente en primera instancia, y reducir su condena posteriormente; y a la vez escribir un libro con la esperanza de que el manuscrito le reportara cuantiosos beneficios. Los Lutz recibirían un porcentaje de las ventas y de los posteriores títulos literarios y cinematográficos inspirados en la historia de este lugar, que ascienden a mas de 30 entre cine y literatura.
En 1977 ve la luz el libro "Horror en Amityville. Una historia verdadera", escrito por el periodista Jay Anson en colaboración con el matrimonio Lutz, que cedieron todos los derechos al escritor. La interpretación de los hechos anunciados como reales narrados en la novela son muy cuestionables, puesto que se ha demostrado que tanto Anson como los Lutz incurrieron en numerosas contradicciones. No hay registros de llamadas a la policía la noche en la que abandonaron la casa, como se afirma en la novela. El padre Pecoraro jamás puso un pie en la casa del 112 de Ocean Avenue, y también está demostrado que la casa no se alza sobre un antiguo cementerio indio, como también se afirma.
La periodista Laura Didio, de 19 años pone en contacto a los Lutz con el matrimonio Warren. Los autoproclamados demonólogos investigaron dos noches (y no semanas, como se afirma) en el interior de la casa junto a un grupo de periodistas y psíquicos escogidos por ellos. Las imágenes de televisión muestran a los supuestos psíquicos en trance, mientras que si observamos la expresión de los periodistas en segundo plano, es de hastío y aburrimiento. El presentador de la televisión local Marvin Scott, relató que sintió un leve escalofrío en la nuca "Ya que era una fría noche de enero". Ninguno de los periodistas vió ni notó nada extraño, al margen de los supuestos trances de los psíquicos.
Lo curioso es que en 1.979, tres años después de que los Warren investigaran el inmueble, justo la noche antes del estreno de la primera película inspirada en la novela de Jay Anson, los Lutz dieron a conocer la famosa fotografía del niño de Amityville tomada por los Warren, y de la cual se dice que se trata del pequeño de la familia DeFeo. Otra corriente de opinión afirma que los Warren pusieron a un niño o incluso a un miembro de su equipo agachado para tomar la instantánea. Los ojos rojos del flash y la sombra proyectada deja pocas dudas, aparte del hecho de que la fotografía viera la luz 3 años después de tomarla....justo antes del estreno.
Los Lutz mantuvieron su versión hasta el fin de sus días. Ronald DeFeo Jr. ha cambiado su versión de los hechos hasta en 6 ocasiones buscando reducciones de condena sin éxito. La vivienda ha pasado por varios propietarios, los cuales acabaron por ponerla a la venta, y no precisamente por los espectaculares fenómenos paranormales narrados por los Lutz, si no más bien por estar rodeados día y noche de curiosos, fans y aficionados al terror tomando fotos y merodeando por la zona.
Como curiosidad, si buscamos el 112 de Ocean Avenue, Condado de Norfolk, Long Island, Nueva York (40.66671771864937, -73.41478652391318), veremos que la casa sale oculta.
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