Germinar una semilla.

Un clásico de las aulas de los 90, coger una legumbre y sembrarla en algodón. El niño, además de disfrutar de un rato de ocio de una forma sencilla y barata, adquiere la responsabilidad de cuidar de ese nuevo ser vivo en desarrollo.

Si esta labor se queda corta, bien por la edad del niño o porque queremos ir un paso más allá, podemos comprar una maceta de alguna planta ornamental con flor y dejar esa planta al cuidado del pequeño.

Cocinar.

Otra de las tareas que más puedo contribuir al desarrollo y al crecimiento de los más jóvenes es la cocina. Respetar los tiempos, seguir unas instrucciones, ser meticuloso y limpios son solo algunas de las virtudes que pueden aprender con la simple elaboración de una receta.

Está bien comenzar por algo sencillo y que llame su atención, la repostería puede ser en esta ocasión una buena aliada. Elaborar un dulce, unas magdalenas le ayudarán a pasar tiempo con nosotros y a compartir su elaboración con el resto de la familia.

Guerra de globos de agua.

Otra sencilla actividad que divierte y fresca a toda la familia. El entorno de nuestra ciudad facilita poder disfrutar de este ejercicio en alguna de nuestras playas.

Con este juego, además de disfrutar juntos los más pequeños harán ejercicio: correrán, se reirán y disfrutarán de tiempo de ocio en el exterior.

Disfrutar de una película.

Una noche de verano, mientras corre el aire fresco a través de las ventanas es el momento idílico para poner una buena película infantil con la que disfrutar juntos. Olvidar el sofá y tirarse al suelo con palomitas y con la única intención de ser libres durante 90 minutos.

Éstas son solo algunas  ideas que cualquiera puede realizar sin necesidad de mayor complejidad, sin embargo, un paseo en bici o viajar son otras de las actividades que enriquecen la relación con los más peques de casa.