En el cole respetamos los ritmos de tu peque... Pero tráelo sin pañal y sabiendo comer solito
Los colegios convocan estos días a las familias de niños y niñas de tres años a reuniones (virtuales) para explicarles qué deben hacer este verano, de cara a que el inicio en el cole ‘de mayores’ sea un éxito. Pero ¿son suficientes las adaptaciones? ¿Respeta el sistema educativo los ritmos de los niños y niñas?
Aunque los niños y las niñas ya están desde hace unos días oficialmente de vacaciones, en los centros escolares aún están trabajando -solo les quedan unos días- con el objetivo de dejar todo lo más cerrado posible, de modo que la vuelta al cole vaya sobre ruedas. Y en esa preparación de cara a septiembre, un papel fundamental lo tienen los niños y niñas de nueva incorporación.
Esos pequeños que están cumpliendo los tres años estos días y que a veces llegan tras su paso por guardería o escuela infantil, pero otras desde el arropo y el apego de unas mamás, papás o abuelos de los que no se han separado en sus primeros tres años de vida. Y es, especialmente en esos casos, en los que los miedos afloran en los progenitores. ¿Sabrá mi niño o niña adaptarse a la etapa escolar? ¿Respetarán sus ritmos, sus tiempos?
Estos días de julio, después de haber recibido alguna notificación del Gobierno diciendo que tu hijo ha sido admitido en el centro y tras haber rellenado telemáticamente una matrícula, probablemente estés recibiendo un e-mail de bienvenida del centro, en el que te citen a una reunión (casi seguro online) para explicarte qué cosas hacer en verano para que, a la vuelta de las ansiadas vacaciones, comenzar el cole sea una tarea fácil para todos.
“Por supuesto, respetamos los ritmos de tu peque y tenemos periodo de adaptación”, te dirán con la boca grande en cualquier centro. Periodo de adaptación de una semana que, según el centro, puede o no prorrogarse, y en la que, además, seguramente la dinámica sea algo así como hoy vas una hora, mañana no vienes, pasado vas tres horas, al otro no vienes, al quinto días algo más... Y ya estás, adaptado.
Y ahí comienzan los peros. Por supuesto, lo primero es que venga sin pañal. El control de esfínteres debe ser una realidad sin importar que tu peque sea de enero y en consecuencia de los mayores de la clase, o de diciembre y, por lo tanto, apenas tenga dos años cuando se aventure en la escolarización. Pero un control de esfínteres, además, sin “escapes”. Porque el niño o niña debe saber bajarse los pantalones, los calzoncillos o bragas y hacer pipi o caca solito, y también limpiarse solito o solita, claro está. Y si en ese que si aviso, que si voy al baño, se le escapa un poco, los maestros no cambian ropa, así que te llamarán para que vayas un momentito y le cambies de ropa. Con razón, la reunión comienza alertando: “Recomendación para papás o mamás, la semana de adaptación, pídesela a tu jefe de vacaciones”.
Chupa, por supuesto, no pueden llevar al cole, como tampoco juguetes ni demás objetos de apego. Solo una botella de agua y el desayuno en su bolsita personalizada. Desayuno que, por cierto, con el protocolo COVID-19 -el cual se estima que en el próximo curso seguirá activado- no se permite que sean frutas, bajo la excusa de que los alimentos “húmedos” ensucian y hacen que los niños puedan meterse las manos más en la boca. Vamos, que te olvides de darles un plátano para el recreo, que es mucho "menos COVID" unas galletas, te dicen en las reuniones.
Y hablando de comidas, el niño o niña debe de comer solito, con su cuchara y su tenedor, sabiendo racionarse los alimentos y con autonomía porque el personal de comedor no suele tener tiempo para “ayudar a comer”.
En las reuniones de estos días también te hablan mucho del apego, de la necesidad de despedirse bien del niño o niña -pero rapidito y sin besos, que hay cola y además tienen que llevar mascarilla para entrar y salir aunque tengan tres años- y de la conveniencia de que desde mediados de agosto comencemos todas las familias a madrugar. Ya saben, para que el cuerpo ya esté adaptado en septiembre...
Y hablando de protocolos, como se estima que el COVID-19 seguirá presente, podemos acostumbrarnos a las reuniones virtuales y a que si queremos avisar de que el niño no descansó bien la pasada noche, nos descarguemos alguna app que eso de que los papás y las mamás hablaran de tú a tú con la ‘seño’ está pasado de moda.
Bienvenidos al mundo de la escolarización, menos mal que aún estamos en julio.