La manos como lienzo para recuperar las fiestas que la pandemia se llevó
El artista Aarón Martín García pinta en las manos la devoción de los españoles por sus fiestas populares, pese a que la pandemia obligue a limitar sus celebraciones. Este mes, aprovechando las fiestas del Orgullo, el artista convierte las manos en un símbolo del activismo.
La pandemia del COVID-19 se ha llevado por delante a muchas personas, sus vidas y sus sueños. También ha arramplado con negocios y pequeñas empresas, con actividades recreativas, con la presencia de las familias en los colegios, con las grandes celebraciones, con los abrazos y con un sinfín de cosas más. Y entre ellas, con las fiestas populares, dejándonos el pasado año un verano descafeinado. Este verano aún no sabemos cómo será; la población va vacunándose cada vez en un mayor porcentaje y parece que la nueva normalidad está cada vez más cerca.
Y mientras llega este camino, mientras transitábamos esas pérdidas, el artista Aarón Martín García quiso poner su granito de arena para visibilizar esa ausencia de algo que tan característico es en España como son sus fiestas populares. Es así como nació el proyecto ‘Fiestas a flor de piel’, que consiste en gracias a la pintura poner de relieve el amor y la vinculación de los españoles a nuestras tradiciones. “Ante la COVID-19, las fiestas populares siguen presentes en la piel de sus gentes. Esta es la materialización de ello, una representación artística del simbolismo y el apego de los pueblos a sus fastos”, explica el artista.
El proyecto consiste en pintar sobre las manos de los aldeanos la esencia de sus fiestas más queridas y después, para mantenerlas en la memoria, fotografiarlas y compartirlas a través de su perfil de Facebook. Manos que pinta y que después borra y, precisamente, esa fugacidad del arte es uno de los valores que más emociona a Aaron. La pintura en las manos como esas noches de verano en las fiestas de los pueblos son bellas y efímeras, quedando en el recuerdo el calor, los bailes, las tradiciones.
El proyecto lo inició hace un año, en plena resaca del confinamiento, para darle un hueco a esas fiestas de 2020 que no se celebraron. Fue en la isla de Gran Canaria, en su tierra natal, donde comenzó a pintar las manos hace un año. Durante un año ha recorrido cada pueblo para escuchar sus tradiciones y pintar en las manos de los vecinos lo que para ellos significaba esa fiesta tan suya. “Cada mano cuenta una historia de vida, y el dorso de esta sirve para recoger la festividad simulando una mascarilla en estos tiempos tan diferentes que vivimos. El virus nos ha cambiado pero el sentimiento festivo es el mismo”, explica el pintor, que destaca que él mismo fue aprendiendo de su isla en cada uno de sus viajes. “A través de nuestros ojos, redacción y pintura se encuentra una forma de viajar desde la comodidad de la red, poniéndoles cara a todas esas personas que, de una manera u otra, son parte de las fiestas”, añade.
Tras pintar fiestas de su isla como la fiesta de la Rama, en Agaete; las de Nuestra Señora del Pino en Teror; Las Marías de Santa María de Guía, o Nuestra Señora de la Luz, en Las Palmas de Gran Canaria, decidió dar un paso más allá y no solo fotografiar fiestas locales sino todo tipo de encuentros cuya actividad había quedado limitada a consecuencia de la pandemia. Fue así como llegó a las fiestas del Orgullo, que se celebran este mes de junio a nivel nacional e internacional. A través de los colectivos LGTBI propuso pintar manos de activistas que mostraran ya no solo las fiestas como tradición, sino las fiestas como reivindicación. Un proyecto que ha ido realizando durante el mes de mayo y que en junio ha comenzado a compartir en las redes.
“Se trata de relatar en la piel de cada uno de los activistas que han participado cómo viven el Orgullo”. “El orgullo es el símbolo de la lucha por la libertad”, expresa Margaret, una de las activistas que ha participado en este trabajo y cuya pintura en sus manos se puede ver estos días a través de las redes sociales, en el perfil ‘Fiestas a flor de piel’. “El orgullo es recuperar a todas esas personas que lucharon e incluso se jugaron la vida por nosotros”, cuenta Chus, quien tras relatarle al pintor su experiencia en las fiestas del Orgullo en Madrid, dejó que su mano se convirtiera en la imagen del relato que había contado.