El fotógrafo René Robert muere congelado al no recibir ayuda y las redes se llenan de mensajes de denuncia social
El fotógrafo René Robert ha muerto congelado en París después de pasarse nueve horas tirado en la calle y no recibir ayuda porque nadie se paró a preguntarle si estaba bien. Las redes sociales se han llenado de mensajes denunciando cómo vivimos en una sociedad con prisas y sin humanidad.
“Se nos acabó la humanidad, aquí está la prueba (para quien todavía no lo tenía claro)”. Mensajes como este -leído en Facebook- llenaron este viernes las redes sociales. Multitud de personas denunciaban a través de sus perfiles en Twitter y Facebook no solo un hecho, sino lo que este significaba. Se trataba de la muerte del fotógrafo René Robert.
Pero no mensajes de admiración y apoyo al artista, sino mensajes lamentando la falta de humanidad de la sociedad en la que vivimos. ¿La razón? La forma en la que el fotógrafo, de 84 años, falleció. Robert murió congelado en una calle de París al no recibir ningún tipo de auxilio durante nueve horas. El fallecimiento se produjo en la noche del 18 al 19 de enero y ayer se daba a conocer la triste historia en una publicación del diario ABC.
El periódico, en base a una información contada en la radio 'France Info' por su amigo el periodista Michel Mompontet, narraba cómo el artista había salido a pasear por las inmediaciones de su casa, cerca de la plaza de la República de París, sufriendo una caída. No se sabe si simplemente se tropezó o sufrió un desmayo. El fotógrafo, de 85 años, quedó tirado en el sueño y nadie se acercó a ayudarle. Pasó así alrededor de unas nueve horas según calcularon los servicios de emergencia y finalmente murió congelado, por una hipotermia.
No es que nadie lo viera, es que nadie lo atendió. Los transeúntes lo confudían con las miles de personas que permancen por las calles de París. Por un ‘sin techo’, como hay en todas las ciudades del mundo, y especialmente en las grandes capitales.
“Cuando un humano está tirado en la acera, con lo apurados que estamos, revisemos su estado. Detengámonos un momento”, lamentó en la radio Mompontet.
No fue hasta pasadas esas ocho o nueve horas que una persona, precisamente un vagabundo, se percató del estado de salud del hombre y llamó a los servicios de emergencia. Pero ya nada se pudo hacer por salvar su vida.
El artista había nacido en 1936 en Friburgo (Suiza), destacando por su fotografía de publicidad y moda, y haciéndose mundialmente conocido por sus retratos en el mundo del flamenco, del que era un gran conocedor y amante. De hecho, una de sus fotografías más míticas se la había hecho a Camarón de la Isla. Tenía tres libros publicados sobre este arte: Flamenco (1993), La Râge et la Grace (2001) y Flamenco attitudes (2003).
Los mensajes de denuncia no han cesado. Los internautas explicaban cómo se necesitan “tres horas para poder salvar a una persona de morir congelada”, y cómo el fotógrafo se hubiera salvado si tan solo alguien se le hubiera acercado a preguntarle: “As-tu besoin d’aide?”, que se traduce por “¿Necesita ayuda?”
Otra internauta escribía también: “Y a esto es a lo que me refiero cuando hablo de sociedades, personas, que viven inundadas de cortisol. Que van a lo suyo. Sin ocuparse del de al lado. Sin empatía. Y la necesitada de oxitocina, esa hormona que hace que seas empático/a. Que te preocupes por el de al lado. Que no vayas ciego a lo tuyo. Que quieras ayudar. Que tengas compasión. Cuando criamos y vivimos en ausencia de oxitocina, nos convertimos en sociedades sin humanidad”.