QRÓNICA DE CINE
Vivarium: el film revisado por el coronavirus
Imogen Poots se hizo en Sitges con el premio a mejor actriz gracias a este interesante film repleto de suspense e intriga.
Se dan a menudo casos en los que determinadas obras, habiendo sido concebidas por sus responsables para comunicar un mensaje concreto, experimentan ciertas alteraciones en su propósito original a consecuencia de las circunstancias que se viven en ese momento.
Vivarium (2019), film realizado por Lorcan Finnegan, que asomó tímidamente en Cannes en su edición pasada y que ganó cierto reconocimiento en el Festival de Sitges ha sido sin lugar a dudas una muestra empírica de cómo el fortuito devenir de los acontecimientos puede hacer de aquel aceptable metraje un título casi premonitorio.
Su guion, aunque pausado y medido al punto, es sencillo:
Una joven pareja –encarnada por Jesse Eisenberg e Imogen Poots–deciden buscar un hogar donde poder vivir cómodamente y formar una familia. Tras ser conducidos por un extraño agente inmobiliario a un perturbador vecindario donde todas las casas exhiben el mismo aire gris e inquietante, son abandonados a su suerte en el lugar e incapaces de poder escapar. Los protagonistas deciden entonces, ante la falta de opciones, guarecerse en la vivienda. De ese modo, se inicia una angustiante pesadilla que poco a poco irá agotando la cordura de los recluidos en aquella lúgubre morada.
Según declaraciones realizadas por Eisenberg –auspiciadas por el director del metraje en una entrevista posterior–, el film pretendía ser una crítica severa a la burbuja inmobiliaria que desató la famosa crisis de 2008.
No obstante y tras originarse la pandemia del COVID-19, Vivarium «se convirtió en otra cosa, mucho menos coyuntural, más universal y atemporal» tal y como afirma el actor protagonista de la cinta.
Así, igual que El Hoyo (2019), de Gaztelu-Urrutia, el film tomó para sí el curioso atractivo de tratar de forma inintencionada y velada cuestiones que recobrarían un nuevo sentido bajo el contexto del actual estado de excepción.
Aun estando sometido el mensaje a una reinterpretación subjetiva que permite entroncarlo con las presentes circunstancias, las influencias que recibe la cinta desde el punto de vista conceptual y artístico siguen siendo más que evidentes: Lorcan Finnegan habla de su deuda con El ángel exterminador (1962), de Luis Buñuel y La cabina (1972), de Antonio Mercero así como de distintos artistas y pintores de corte surrealista que lograron dar base a un film que en muchos casos hace gala de un singular y fantasmal simbolismo.
El metraje se estrenó el pasado 8 de abril en salacinevirtual.com y en estos momentos puede ya disfrutarse en algunas plataformas de vídeo bajo demanda como Vodafone TV, Movistar+ y Rakuten TV.