DESDE EL MUNDO PARA CEUTA
Nicola Cecchi: "Mis empleados son parte de mi familia"
Presidente de la Federación de Vela
Vicepresidente de la Confederación de Empresarios
NICOLA CECCHI
- Mis empleados son parte de mi familia.
- A pesar de trabajar en distintos sectores, me he sentido más cómodo en el sector financiero del proyecto inicial que me trajo a Ceuta.
- Volví a mi antiguo amor, que era la vela.
¿Cómo es Nicola Cecchi?
Soy una persona muy ligada a la familia, pienso que es una de las cosas más importantes de la vida. Tener una buena relación en el ámbito familiar es clave. Me gusta mucho trabajar en equipo, no me considero el típico jefe en el trabajo, me gusta mucho que las personas participen, buscar la colaboración de todos, saber cómo piensan los demás y evaluar en conjunto. Siempre he trabajado con más personas, nunca he sido demasiado individualista.
¿De dónde eres?
Soy de Florencia, Italia.
¿Cuánto tiempo estuviste viviendo allí?
Estuve en Florencia hasta los 20 años, más o menos. Luego estuve trabajando durante 10 años en un Resort turístico como director de hotel entre Kenia y Tanzania. Aunque teníamos otros negocios relacionados con el Resort por Italia, Cerdeña, Córcega, Maldivas…
¿Qué es lo que más echas de menos de Italia?
La familia fundamentalmente. La mamma, sin duda; mi padre se fue hace unos años y también estuvo viviendo con nosotros aquí, en Ceuta. De Florencia puedo decir que echo de menos todo, es donde están mis amigos, mi familia, mi equipo de fútbol… Además, considero que es la ciudad más bonita del mundo.
¿Cuándo vienes a Ceuta por primera vez?
Vinimos directamente a Ceuta por un proyecto de trabajo.
¿Cuál fue la primera impresión al llegar a la ciudad?
En un primer momento, pensé en lo bonita que era, aunque con los años la han hecho aún más bonita, se ha desarrollado aún más, para mi gusto. La comodidad de que todo queda muy cerca. Además de que mi mujer, Daniella y yo somos monitores de buceo y nos encanta el mar y la vela, es fantástico poder también practicar estos deportes.
¿Qué es lo que más te gusta de Ceuta?
La amabilidad de la gente, es parecido al trato que hay en Italia, somos una población mediterránea. La vida social es muy fácil, hacer amigos… y después el hecho de que permite a tus hijos practicar cualquier actividad porque está todo cerca. Si vives en Madrid, Barcelona, Milán, Florencia… es imposible pensarlo, por las largas distancias y el tiempo perdido en los trayectos.
¿Lo que menos?
Quizás la rutina. Que no exista variedad de diversión los fines de semana y que, para cualquier plan distinto, por ejemplo, un concierto o un espectáculo de teatro especial… es necesario tomar un barco para ir a la península. Para mí son horas de vida perdidas. Gracias al helicóptero ha cambiado la situación, aunque no siempre es posible.
Háblame de ese proyecto empresarial que te trajo a Ceuta
Estaba viviendo en Tanzania y al tener a mi primera hija, con los problemas que había de malaria y todo eso, considerábamos que no era un lugar seguro para desarrollarnos como familia y seguir en ese lugar. Temíamos que le pasara algo a la niña.
Volvimos a Italia y un cliente nuestro de Tanzania me propuso un proyecto que directamente no era para Ceuta, sino para Nueva Caledonia. Bajo la regla aduanera que estaba vigente con la Unión Europea, era posible trasformar un producto y volver a importarlo dentro de la Unión Europea, sin ningún tipo de aranceles. Lo estaban haciendo en Nueva Caledonia, también en Canarias y en varios sitios más. A partir de eso, estudiamos un poco el Taric, que es un libro rojo de aduanas, donde vienen todos los aranceles y normas sobre el comercio exterior. Observamos que había dos territorios, Ceuta y Melilla, que tenían la misma característica aduanera.
La ventaja era que, desde Nueva Caledonia, para mandar un producto hacían falta tres semanas y sin embargo, desde Ceuta, solo eran cuatro días. La liquidez del producto era más ventajosa y no hacia falta tanta inversión para mantenerlo.
¿Cuándo se establece el proyecto en Ceuta y empieza funcionar?
Llegamos a Ceuta, en noviembre de 1998, son ya 20 años. Junto a Juan Vivas como director y Nicolás Fernández como subdirector de Procesa, estuvimos mirando las posibilidades de montar una fábrica aquí.
Estaría situada en el Muelle de España y se dedicaría a productos alimenticios. En base a la leche en polvo, hacíamos productos intermedios para la industria. Llegaba leche en polvo y todos los ingredientes necesarios para que los técnicos de este sector tuvieran la mezcla exacta, para venderla después a las industrias que hacen chocolate, yogures…
Se manifestaron una serie de problemas desde el punto de vista sanitario. Ceuta no estaba reconocida sanitariamente por la Unión Europea, sin embargo, Algeciras sí. Desde el punto de vista de la transformación insuficiente del producto, etc.
Pasábamos más tiempo en Bruselas y Madrid que en Ceuta. Conseguimos que se determinase que el producto era originario de Ceuta y que podía entrar en la Unión Europea sin aranceles. El producto se extendió a otros países, nuestros clientes eran Bélgica, Holanda, Países bajos y Alemania, donde existe un gran lobby de leche. Nos ponían todas las trabas del mundo.
Llegué a la conclusión de que tanto España como Italia, no protegen sus propios intereses o quizás no tenemos la fuerza suficiente en la Unión Europea frente a otros países que son muy fuertes a nivel europeo.
El resultado, el proyecto quebró después de seis años. La Unión Europea reconoció que teníamos razón, porque no éramos una multinacional, ni teníamos recursos infinitos. No fuimos capaces de respaldar y sacar a delante un proyecto que podía haber sido un futuro muy bueno para Ceuta.
Después de este primer proyecto, ¿cuál ha sido tu recorrido empresarial en la ciudad?
Cuando terminamos con esto, tomé la decisión junto a mi mujer de seguir en Ceuta. Yo tenia posibilidades de volver al mundo del turismo en Italia, pero Daniella prefería quedarse aquí porque mi hija tenia sus amigos en el colegio y había nacido nuestra segunda hija, así que decidimos quedarnos.
Junto a Fernando Ramos, montamos una pizzería en la Marina, una heladería en la Plaza Teniente Ruiz y un local en el Parque Marítimo que se llamaba Bagamoyo.
Volví a mi antiguo amor, que era la vela. Empezamos a regatear con el Ferro de Punta Almina que se llama “Santiago”. Conocí a Nacho de Boutique Club y enseguida tuvimos una afinidad particular y decidimos montar un barco de regata, un proyecto serio. Al principio nuestro patrocinador era Fadesa, durante ese tiempo ganamos cuatro Campeonatos de España, la Copa de la Reina, participamos en dos mundiales, en cuatro Campeonatos de Andalucía... El equipo estaba compuesto por Nacho y una parte de tripulación de profesionales, dos de ellos eran del Puerto de Santa María. Cuando Fadesa cerró y comenzó la época de crisis en la ciudad, teníamos el problema de la financiación del barco. Junto a Nacho, surgió la posibilidad de abrir algún comercio para poder financiar de alguna manera el barco. Montamos una franquicia de Tous, Calzedonia, en Algeciras montamos también una tienda y por último la tienda de Club Bebé.
Actualmente nos hemos quedado solo con las tiendas, porque la pizzería y la heladería funcionaban mejor durante el fin de semana y nosotros estábamos cansados de trabajar durante la semana. Era una vida agotadora.
De todos los sectores en los que has estado, hostelería, turismo, comercio, ¿en cuál de ellos te has sentido más cómodo?
La verdad, me quedo con el principio de todo, con la fábrica. Yo venía de una formación financiera y lo que dirigía en la fábrica era esa parte del grupo. Viajar, realizar contratos, estar en el mundo de las finanzas en general, era lo que me gustaba.
¿Existe a día de hoy algún proyecto de futuro?
No, en este momento no. La situación actual de Ceuta es muy difícil. Si la situación cambia, haremos algo más, porque no es nuestra intención estar parados, ni es nuestra forma de ser.
Algo que te caracteriza, Nicola, aparte de tu reconocimiento como gran empresario, es el trato que tienes hacia tus empleados. ¿Qué relación tienes con ellos?
Tenemos doce empleados y más que empleados para mí son una familia. Es muy difícil separar la relación entre trabajadores y amigos, pasamos más tiempo con ellos que con nuestra propia familia y al final se crea una relación de amistad que va más allá de todo. Cuando hemos tenido periodos malos con la frontera, era mucha la rabia que sentíamos porque había que reestructurar muchas cosas y conllevaba reducir la plantilla. Mi socio Nacho, que piensa exactamente igual y yo, hemos aguantado meses poniendo dinero de nuestro bolsillo, para que no pasara nada con nadie de nuestra empresa. No son empleados, son gente especial, gente estupenda.
¿Cómo ves tu negocio actual frente a la competencia dentro del sector?
Nosotros vendemos marcas que no son nuestras, son franquicias. Te obligan a seguir siempre unas pautas concretas y poco podemos hacer individualmente, decidimos pocas cosas.