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Uno de los héroes del fuego: Iván López Espinosa
Es en los peores momentos cuando se sabe quién está ahí.
Con las desgracias ambientales, como el último fuego acaecido en nuestra ciudad, ocurre lo mismo. No podemos ponerle cara a todo el cuerpo de bomberos ceutí, pero para mostrar nuestro gran agradecimiento hemos elegido una cara que hable tanto de forma personal como por todos sus compañeros.
¿En qué momento elegimos nuestro camino? Iván López Espinosa, con tan solo 32 años, es el bombero 105 del SEIS de Ceuta y desde el año 2004, recuerda haber sentido el “gusanillo” por esta profesión. Todos conocemos la dureza de las pruebas de admisión al Cuerpo de Bomberos, y para ellas, Iván se estuvo preparando durante tres largos años -desde el año 2007 hasta el 2010-. De esa época destaca la enorme exigencia personal que suponen, dejando de lado la vida diaria y aislándose de amigos y planes. El día a día es dedicado en exclusiva a estudiar y entrenar. La exigencia personal y la automotivación fueron claves para poder aguantar el arduo camino que siempre supone la preparación de una oposición.
Antes de ser bombero, Iván fue soldado del Batallón de Transmisiones XVII de Ceuta, trabajó como taxista y conductor en la Cruz Blanca y, además fue repartidor en la empresa de congelados SuperFrío, época de la que guarda un bonito recuerdo.
La llamada telefónica que avisa a Iván del último fuego la recibe a las 1:30 de la pasada madrugada del lunes 8 de julio mientras descansaba en su casa. En ese momento, Iván nos cuenta la descarga de adrenalina que se genera, y la impaciencia que sienten cuando están en el camión dirección al incendio. Esos minutos de viaje se hacen eternos, y en su mente solo tenía la idea de llegar para poder ayudar a los compañeros que ya se encontraban en el lugar.
Afirma que los fuegos forestales demandan lo mejor de cada uno, que son horas de un trabajo muy duro y exigente en el que no tienen tiempo de descansar.Esos días, nuestros bomberos no conocen el reloj.
Cada persona tiene un mundo completamente diferente, y en situaciones de estrés, por cada mente ronda algo diferente. Por la mente de Iván, durante las duras horas del incendio, solo podía pensar en sus compañeros. Personas que para él han pasado a ser parte de su familia, y solo podía pensar en que no sufrieran daño alguno. Sabe que su propia familia y sus amigos sufren ese mismo sentimiento mientras está él al pie del cañón.
Factores como el calor, el viento, la humedad y el terreno pueden complicar la intervención en este tipo de incendios. Por lo tanto, nos relata lo primordial que es en estos casos la buena comunicación y el orden. De forma general, trabajan en equipos de cinco formados por un cabo, un conductor y tres bomberos por línea de agua.
Apagado el fuego, podríamos todos pensar que su trabajo ha finalizado. Sin embargo, en palabras del propio Iván, el trabajo más laborioso comienza ahora. Cientos de tocones y restos vegetales pueden seguir activos y por ello deben refrescar el terreno, para evitar la reactivación del mismo.
Las últimas líneas son un enorme agradecimiento de Iván a todas las fuerzas y cuerpos que han dedicado su esfuerzo, tiempo y dedicación en acabar con este fuego, que tanto daño ha causado a nuestra ciudad. No podemos más que sumarnos y engrandecer este eterno agradecimiento.
A todos los compañeros bomberos que ya no están, pero siguen protegiendo y cuidando a los que hoy día se juegan la piel y la vida.