Tejiendo la bandera de la libertad: Mariana Pineda, una joven convertida en mártir
‘Ley, Libertad, Igualdad’, tejió en una bandera. El acto le valió la muerte. Era el año 1831, en Granada. Mariana Pineda se convirtió en la imagen de la libertad. Una persona que, además, convertida en personaje por el magistral poeta Federico García Lorca, logró la atemporalidad, ser la eterna imagen de la lucha por los ideales. Marisol, convertida ya entonces en Pepa Flores, le dio vida en una miniserie de Televisión Española titulada ‘Proceso a Mariana Pineda’.
Mariana nació el 1 de septiembre de 1804 en Granada, la misma ciudad que presenció el asesinato de Lorca. Su padre era capitán de barco y caballero de la Orden de Calatrava. Su madre era de clase más baja. La relación del matrimonio era un poco turbulenta. Él, a consecuencia de una enfermedad que padecía, había otorgado a la madre todos los derechos sobre la niña, pero peso a ello la denunció por apropiación indebida. A raíz de la denuncia, la madre huyó con la niña siendo apenas un bebé. La Justicia obligó a la madre a devolver la niña al padre. A su muerte, su tutela pasó a un tío, que a su vez delegó el cuidado, puesto que él era ciego.
Cuando cumplió 15 años, Mariana Pineda se casó con Manuel de Peralta, y cinco meses después de la boda, la joven dio a luz a un niño, José María. Con tan solo 17 años nació su segunda hija, Úrsula María. Eran años en los que España vivía en el Trienio Liberal (1820-1823), momento histórico en el que el monarca Fernando VII fue obligado a jurar la Constitución y a suprimir el Santo Oficio, la Inquisición. Mariana ya entonces defendía abiertamente el liberalismo.
Sin embargo, cuando el rey recupera el poder absoluto y se inicia la Década Ominosa (1823-1833), la represión se desencadena. Mariana se convierte entonces en una liberal que oculta a liberales perseguidos. Actividades que desembocan en que ella misma acabe siendo perseguida por la policía obligándola a desaparecer de la ciudad. Se pasa dos años escondida sin que nadie sepa dónde estuvo.
Finalmente regresa a Granada para ayudar a su primo Fernando Álvarez de Sotomayor a huir de la cárcel, donde estaba condenado por su participación en varias conspiraciones liberales. Su primo logra escapar disfrazado de monje con los hábitos que había logrado introducir en la cárcel Mariana. El prófugo se ocultó en casa de su prima hasta que pudo huir a Gibraltar.
Las conexiones liberales con Gibraltar recogidas en varias cartas interceptadas por la Policía, llevaron a que Mariana fuera acusada y vigilada. Mientras tanto, su vida personal estuvo marcada por a muerte de su marido apenas dos años después de su boda. La había dejado viuda, con 18 años y madre de dos hijos. Tuvo después un romance con el abogado José de la Peña. Relación de la que nació una niña en enero de 1829, aunque Mariana no vivió nunca con su hija.
Los problemas con la Policía no cesaron y el 18 de marzo de 1831, la policía irrumpió en su casa. Encontraron una bandera que tenía bordada la proclama ‘Ley, Libertad, Igualdad’. Era, según los informes policiales de la época, “señal indubitada del alzamiento que se forjaba”. Primero fue confinada en su domicilio, el entonces número 19 de la calle Águila; hoy convertido en la Casa de Mariana Pineda, donde pueden verse recuerdos de su figura; además de ser la sede del Centro Europeo de las Mujeres.
Acusada de formar parte de una conspiración, permaneció nueve días bajo arresto domiciliario. Los dedicó a preparar un catastrófico intento de fuga, desbaratado por la policía. El incidente empeoró su situación y Mariana ingresó en la Cárcel de Mujeres, en el beaterio de las Recogidas de Santa María Egipciaca, un convento fundado en 1594 y que supuestamente ayudaba a mujeres ‘descarriadas’ para su regeneración.
Estudios modernos han recogido que Mariana Pineda nunca ejerció un papel determinante en la conjura liberal, pero que su detención venía precedida del objetivo de desencadenar que delatara a los cabecillas del movimiento. “Nunca una palabra indiscreta escapará de mis labios”, dijo. Se habla también del despecho de un policía que no fue correspondido por el amor de Mariana. Finalmente, Mariana Pineda fue ejecutada el 26 de mayo de 1831 en la actual plaza de la Libertad. Fue asesinada por garrote vil en una ejecución pública.
Tenía solo 26 años. Tuvieron que pasar más de 40 años, hasta 1873, para que España se adentrara en su I República. Y aún debían de pasar cien años para que el 14 de abril de 1931 se levantara la II República Española. Pero figuras como la de ella asentaron las bases de libertad que terminarían llegando a España un siglo después para desaparecer con el Franquismo.
La muerte de Mariana Pineda la llevó a convertirse en mártir y en símbolo de la lucha contra el absolutismo y la tiranía. Granada dio su nombre a una calle que discurre entre la plaza del Carmen y la placeta Tovar, paralela a Reyes Católicos. La convirtió en una de las más populares heroínas locales. La ciudad también bautizó una plaza como la de Mariana Pineda. Está junto al palacio de Bibataubín, y el espacio alberga una estatua de la mártir, creada por los artistas Miguel Marín y Francisco Morales entre 1869 y 1870. Pero además más de 150 municipios, incluidos Madrid y Barcelona, han dedicado una calle a su figura, reconocida en todo el mundo. Una figura que hoy en día nos sigue recordando cuál es el peso de la libertad.