Si estudiamos los datos de precipitaciones entre los años 1980 y 2010, se puede comprobar como ha llovido casi 25 del total de todos esos años, aunque con una media solo de 2 a 3 días por añow. Nuestra memoria es selectiva, y puede hacernos recordar solo aquellos momentos lluviosos que han impedido la celebración.

La Semana Santa se establece en función de la primera luna llena tras el equinoccio de primavera. Esta época del año, se estima que llueve casi un 40% de los días, lo que supone un tiempo inestable y lluvioso, con cambios súbitos.

Es por esta última razón por la cual los pronósticos meteorológicos no deberían ser confiables con más de tres días. Se debe tener en cuenta también para planificar la salida de las procesiones que las tormentas son fenómenos meteorológicos difíciles de predecir debido a su rápido desarrollo.

Con lluvia o sin ella, solo queda descansar estos días que restan hasta la vuelta a la rutina. El último tirón hasta verano.