Segovia, una ciudad que es mucho más que su acueducto
Aunque el acueducto de Segovia impresiona, esta ciudad castellanoleonesa ofrece mucho más que esta obra de ingeniería civil romana, la más importante de España. Segovia, ciudad que enamora a los estudiantes, atrapa también por sus calles y su gastronomía.
Si hay una ciudad en España incapaz de defraudar a alguien, esta podría ser sin duda alguna Segovia. Hoy nos aceramos a esta preciosa ciudad de Castilla y León dentro de nuestro espacio de escapadas por España para adentrarnos en una ciudad que es mucho más que su acueducto, aunque su acueducto, sin duda, impresiona.
El Acueducto de Segovia es la obra de ingeniería civil romana más importante de España. Una milenaria obra hidráulica cuya finalidad era coger las aguas del Río Frío, al pie de la Sierra de Guadarrama, y llevarla a lo largo de 17 kilómetros hasta Segovia. En el trayecto del canal del agua, los romanos se encontraron el río Clamores y para superarlo y para alcanzar el espolón rocoso en el que se encontraba la ciudad, tuvieron que construir esta impactante obra de 813 metros de longitud.
Lo forman dos filas de arcadas superpuestas, apoyadas en 128 pilares, que alcanzan su punto más alto a los 28,50 metros del suelo. La parte conservada y visible del acueducto es una de las estampas más bellas de la ciudad, tanto desde el mismo acueducto como subiendo a la parte de arriba dejando la ciudad a los pies. También merece la pena la estampa que encuentras al llegar en coche a la ciudad y ver al fondo el impresionante monumento, dándote la bienvenida a una ciudad en la que el frío se puede volver casi insoportable pero se derrite ante el calor de los segovianos, acostumbrados sin duda al transitar de los miles de estudiantes que habitan cada invierno una de las ciudades universitarias más importantes de España.
Pero si el acueducto impresiona no se queda atrás el Alcázar, declarado Monumento Histórico Artístico en 1931, y Patrimonio de la Humanidad desde 1985. Construido sobre una colina situada entre los ríos Clamores y Eresma, era un lugar estratégico utilizado por los pueblos celtíberos y, posteriormente, por romanos y árabe como fortaleza militar. Aunque la fortaleza pertenece al periodo de Alfonso VII en el siglo XII, la construcción del palacio se atribuye al reinado de Alfonso VIII. Aunque tiene gran influencia de las aportaciones posteriores que dejaron Fernando III y Alfonso X. El Alcázar se sitúa alrededor del Patio de Armas -construido inicialmente en el siglo XIII, aunque el patio actual corresponde al siglo XVI, de estilo herreriano- y el Patio del Reloj y en los extremos se alzan la torre de Juan II, en la zona de acceso, y la Torre del Homenaje, en la zona del promontorio.
Desde el Alcázar merece la pena bajar el camino que lleva hasta la también impresionante catedral y su Plaza Mayor, y desde este centro neurológico de la ciudad adentrarse en cualquiera de sus calles. Contemplar iglesias como la de la Santísima Trinidad o la de San Esteban, adentrarse en el barrio Judío, o recorrer sus bares tomándose la penúltima. Porque si Segovia enamora con sus calles y su gente, su gastronomía no se queda atrás.
Es cierto que la ciudad es famosa por su cochinillo, plato icono de la ciudad, pero un buen plato de judiones de la Granja de San Idelfonso, o una sopa castellana acompañada de unos chorizos de Cantimpalos son también una alternativa que atrapara a cualquiera que le guste comer bien. Y como broche final a una ciudad de cuento, un ponche segoviano, un bizcocho relleno de crema y una capa de mazapán que te hará recuperar las calorías perdidas de tanto subir y bajar cuestas por la ciudad.