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El padre del «surruralismo» se despide

El padre del «surruralismo» se despide
La capilla ardiente de José Luis Cuerda se instaló en la capital el pasado miércoles 5 de febrero.

Tras mucho tiempo luchando contra una dura enfermedad, José Luis Cuerda, uno de los grandes del cine español nos ha dejado a los 72 años de edad al sufrir una embolia durante una de sus revisiones médicas en el Hospital de la Princesa de Madrid.


El director albaceteño había venido experimentado un severo desmejoramiento de su salud después de haber dirigido Tiempo después (2018), metraje que sirvió para concluir no sólo su famosa tetralogía del «surruralismo» –integrada por Total (1985), Amanece que no es poco (1989), Así en el cielo como en la tierra (1995) y la citada cinta–, sino también la dilatada carrera de uno de los cineastas más importantes de la España contemporánea.


Nacido en el año 1947, comenzó su incursión en el mundo audiovisual tras abandonar la carrera de derecho para trabajar en Televisión Española, donde destacó por la realización de numerosos reportajes y programas culturales.


Después de dirigir su primer largometraje Pares y Nones (1983) –comedia que marcaría el inicio de su estrecha relación con el actor Antonio Resines–, realizaría el film televisivo Total (1985), inaugurando así el género surruralista. Bajo esta singular etiqueta, ensalzaría una conjunción de la tradición castiza rural de su Castilla natal y la comedia de tintes surrealistas. La película por su parte le mereció la Mención Especial del Jurado en el Festival de Cine de Montecarlo.


A esta le seguiría El bosque animado (1987), adaptación de la novela de Wenceslao Fernández con la que hizo los méritos necesarios para consolidarse como director de renombre en el panorama nacional, granjeándole granjeó 5 premios Goya en 1988.


Su gran éxito Amanece, que no es poco (1989) logró apuntalar la ya consagrada figura de Cuerda a través de un curioso sentido del humor y el reparto coral conformaban Manuel Alexandre, Luis Ciges o Antonio Resines.
 

Posteriormente, el albaceteño dio un giro a su carrera como director al centrarse en la realización de dramas históricos que pusieron de manifiesto su gran versatilidad autoral: La viuda del capitán Estrada (1991), La lengua de las mariposas (1999) o muy posteriormente Los girasoles ciegos (2008) son sólo algunos ejemplos de ello.


Su trato cercano, cordialidad y gran talento le acompañaron allá donde fue y es por ello que, aún con su desaparición física, el legado incalculable que deja a través de sus películas será imprescindible para comprender la historia del cine patrio.

El padre del «surruralismo» se despide