Temáticas muy diversas que van desde un científico loco que experimenta con humanos, un asesinato, el robo a un banco o la tumba de un faraón egipcio, sumado a un grupo reunido y encerrado en una sala y un reloj que marca 60 minutos, determinan una serie de pruebas por delante que resolver para conseguir salir de la habitación antes de que el tiempo termine.  Esta es la idea básica de cualquier Escape Room, un fenómeno que llegó a nuestro país en el año 2013, pero que no fue hasta 2016 cuando estas salas de ocio comenzaron a expandirse por el territorio nacional.

 Poco a poco acumula más adeptos  y solo en España se estima que existen ya más de 600 salas, colocando a nuestro país como líder europeo en este tipo de entretenimiento. Se ha llegado a estimar que esta actividad mueve unos 20 millones de euros solo en España.

Fuera de este mundo dominado por las nuevas tecnologías, los escape rooms se han sabido hacer hueco gracias al torrente de emociones tan intensas que provocan. Instinto de supervivencia, ingenio, capacidad de tomar decisiones bajo presión… son solo algunas de las cualidades necesarias por los participantes para poder superar con éxito la aventura. Lógica e ingenio dominan el espacio y se hacen necesarias para descifrar los diferentes rompecabezas, investigar, abrir candados o resolver combinaciones. Pero no debe cundir el pánico, en todo momento los responsables están observando e incluso ayudan mediante pistas a aquellos no consiguen centrar su atención.

Quienes más disfrutan de este ocio son jóvenes entre 30 y 40 años, capaces de pagar los 15 euros de media por persona. El auge por este tipo de actividad está llegando a crear incluso un nuevo movimiento turístico.

Pero no solo es el ocio de muchos jóvenes, Fox in a box es una compañía pionera que utiliza los Escape Rooms como herramienta de trabajo para formar a empresas. Gracias a esta actividad, muchas empresas pueden evaluar la capacidad de trabajo en equipo de sus plantillas.