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El coronavirus y la contaminación
Tras haber decretado la Organización Mundial de la Salud el estado de pandemia, expertos comienzan a vislumbrar algunas de las consecuencias positivas que han traído consigo las medidas emprendidas por los respectivos gobiernos de cada nación sobre el medio ambiente.
La agresividad con la que actúa el COVID-19 ha cuartado la libertad de circulación, lo que en última instancia limita tanto la cantidad de emisiones generadas por vehículos como aquellas fruto de las actividades económicas e industriales.
Las imágenes dejadas hace unos días por el satélite europeo Sentinel-5 atestiguan un descenso del 25% de las emisiones de dióxido de carbono emitidas por la República Popular China.
Del mismo modo, se ha producido una abrupta bajada de gases contaminantes en la zona norte de Italia, la más afectada por los focos infecciosos desde que se anunciara la ampliación de la cuarentena a toda la zona de Lombardía el pasado febrero.
Similar ha sido el caso español, donde en Madrid y Barcelona se han desplomado las grandes concentraciones de dióxido de nitrógeno tras proclamarse el estado de alarma según las investigaciones realizadas por la ONG Greenpeace.
En Logroño este mismo compuesto se ha reducido en un 25% tras la primera semana de confinamiento.
De manera paralela, estudios realizados en territorio chino por parte de un instituto científico finés han concluido que desde que se estableció el confinamiento hasta comienzos de este mes de marzo, han disminuido las emisiones de dióxido de carbono en 200 millones de toneladas.
En la actualidad, distintos investigadores centran sus esfuerzos en entender el modo en que la pandemia está actuando sobre el ecosistema y la propia salud de la ciudadanía a niveles de contaminación.