Enrique Bellido: “Los coches clásicos desprenden un encanto especial, parece que tienen alma”"

Enrique Bellido: “Los coches clásicos desprenden un encanto especial, parece que tienen alma”"

Firma y fotos: Ester Pérez Quiroga

En el mirador de San Amaro, Enrique Bellido llega con su coche soñado, el Volkswagen escarabajo de 1970 que restauró en 2003. Desde hace tres años es presidente de la Asociación de Amigos de Vehículos de Época “Ciudad de Ceuta” y el impulsor de la creación de un museo donde conservar y mostrar este patrimonio.

¿Recuerda cuándo empezó su afición a los coches?

No ha habido una fecha exacta yo recuerdo que cuando iba a l instituto, con 10 o 12 años me conocía todas las marcas de coches y motos y asociaba los sonidos con cada modelo. Yo creo que eso ha sido algo que, a lo largo de mi vida, ha estado siempre en mí. Tuve una gran dificultad para encontrar mi primer coche porque tuve polio y mi pierna derecha no está habilitada para conducir. Entonces pues no había vehículos automáticos. Los que había eran de alto poder adquisitivo, como Mercedes o coches americanos, pero mira por dónde, había una marca holandesa que se llama DAF y que hoy perdura porque siguen haciendo camiones. Entonces hacían unos vehículos muy curiosos porque tenían la transmisión por correas, como las vespinos. Aquí trajeron una partida de siete u ocho coches. Los trajo las casa Borrás y yo le compré a un señor, con la ayuda de mi padre, me parece recordar que se lo pagamos a 1.000 pesetas al mes, un coche de 26 años. Estaba podrido por detrás y, a raíz de aquello, le compré la carrocería a un amigo que había fundido el motor y entre los dos coches hice uno. Luego mi amigo Ricardo me regaló el suyo porque se había comprado otro nuevo. El coche casi siempre estaba estropeado. Yo iba con él a la facultad y daba clases particulares con las que me pagaba el mantenimiento y los arreglos. Con mis amigos el fin de semana le sacábamos el motor y, como tenía dos más de repuesto, pues iba tirando. Fue una pena porque aquel DAF 33 y DAF 44 lo levé a la chatarra andando cuando ya empecé a trabajar y me compré un Honda Civic. Todavía recuerdo el día que lo llevé a la chatarrería, que estaba en el Sardinero. Lo que daría hoy por poderlo tener y haberlo rehabilitado.

¿Hay que saber de mecánica para meterse en el mundo del coche clásico?

Claro, de mecánica tradicional, porque hoy en día todo es electrónico. Antes un coche llegaba con avería y o era corriente, que no le llegaba, o era combustión del carburador. Comprobabas si había corriente y si llegaba gasolina, pero hoy en día tienes que meterle un ordenador para que te diga qué es lo que tiene. Restaurar un coche clásico es una aventura. Puedes lavarle la cara o bien meterte a fondo y dejarlo en el chasis y empezar por arreglarlo bien de chapa para que no te salga después podredumbre. A mi Volkswagen escarabajo, por ejemplo, le quitamos todos los cristales, las aletas, etc. y se hizo una restauración suficiente. La prueba es que hace ya 15 años que lo restauré y ya tiene 46 años.

¿Cuáles son las sensaciones al conducir un coche clásico?

Esto te transmite historia. Es totalmente distinto a un coche moderno. Primero que le suenan muchas cosas, aunque eso forma parte de su encanto. Parece que tiene alma. Tengo varios coches y me da por temporadas. A veces me gusta cogerlo con frecuencia y otras lo cojo una vez a al mes para que no se le vaya la batería. Hay que estar pendiente. Esta radio es del primer coche que tuve. Tendrá ya 70 años. Es de amplitud modulada solamente, pero todavía funciona. Es lo único que salvé. En aquella época empecé a trabajar y tenía que estar siempre pendiente de los problemas y con las manos siempre sucias, lo dejé.

Estos coches te transportan a otra época de Ceuta

Te transportan a otra época y te traen recuerdos. Ceuta tenía un parque móvil extraordinario. El mejor de España. En la Península los taxis eran Seat 1500, pero en Ceuta te subías a un Mercedes o algún Chevrolet. Aquí estaba la Casa Parres, que tenía la exclusiva de General Motors, y traían Cadillac, Buick, Chevrolet, Pontiac… Se veían unos coches extraordinarios que en la Península se veían de higos a brevas. Aquí se daban ciertas licencias de importación, que en la Península estaban más restringidas. El Ministerio de Comercio a lo mejor autorizaba la entrada de 100 Mercedes en la Península y entraban esos 100. Aquí había unos cupos de importación y tenías que apuntarse a una lista de espera de uno o dos años. Aprovechando esto, había gente que se dedicaba al comercio y ponía en la lista a militares calculando cuándo se iban destinados fuera, para que se llevaran el coche para su dueño. Pagaban la aduana y al que se iba destinado y lo entregaban a quien lo había pagado. Por eso aparecen constantemente vehículos con matrícula de Ceuta con cierta antigüedad. Esos coches buenos, que en la Península había muy pocos, venían del parque móvil de Ceuta. Hemos perdido un patrimonio extraordinario.

Es presidente de la asociación desde hace tres años y medio, pero estuvo dentro desde su origen. ¿Cómo fue?

El club nació en el pequeño almacén de Jorge Teruel, nuestro vicepresidente. Los fines de semana íbamos ahí los que tenemos con cierta afinidad a esto y él, que es muy buen restaurador siempre se prestaba a ayudar. En 2001 el anterior presidente, José María Morilla, que era un enamorado de la restauración, impulsó la creación primeros estatutos. De ahí nos fuimos al almacén de Escuelas Prácticas gracias a que un gran mecánico, Paco Hoyos, consiguió aquello para meter y restaurar el Studebaker de José Mora, que es nuestro coche estrella. Aquello era grande y se empezaron a meter más cosas, las piezas de reparación, etc. Jorge dejó el garaje que tenía en San Amaro y nos fuimos todos a Escuelas Prácticas. Tras el fallecimiento de José María los compañeros me pidieron que asumiera la presidencia y como la Ciudad quería reconvertir el lugar, yo no me quería conformar con tener un taller en nuestro próximo local. Quería un espacio donde se pudieran ver los vehículos y la nave de Benzú cayó del cielo. El anterior consejero de Fomento, Néstor García, al que estamos muy agradecidos, nos llevó a Benzú para compartir espacio con otras asociaciones.

Al exponer la propuesta de hacer un museo, tanto él como el Presidente Vivas lo vieron rápidamente. Durante el trámite de concesión fuimos a hablar con la asociación de vecinos de Benzú, para ver qué les parecía y desde el inicio lo vieron como un tema cultural y lo acogieron extraordinariamente bien. Ahora ya hemos hecho la mudanza y la sala de restauración está ultimada y estamos a expensas de una subvención para habilitarlo en condiciones para dar entrada al público, a los colegios, etc. Ahora tenemos el plazo hasta finalizar el año que viene para inaugurar el museo.

Una de las quejas de muchos aficionados es la avanzada edad de los propietarios. Si los jóvenes ven este mundo, es posible que se animen a aumentar este patrimonio.

Queremos fomentar la afición para generaciones venideras. Puede que alguien piense que esto es solo para nosotros, pero somos aves de paso. Con el espacio de restauración y el museo esperamos poder mantener el parque móvil de coches y motocicletas y que lo puedan ver personas que nunca han visto un coche clásico. Hay muchos niños que, cuando ven pasar un coche de estos, vuelven la cara y sacan su sonrisa. Por eso muchos restauradores dicen que estos coches son ladrones de sonrisas. Tampoco queremos excluir a quienes no tengan un vehículo clásico para hacerse socio. Lo que tenemos es que fomentar esta afición. Si no tienes un coche clásico hoy, puede que lo tengas mañana porque no es una afición tan cara. Hay Seat Panda o escarabajos a 2000 euros que se pueden ir arreglando poco a poco. Lo más difícil aquí es el garaje.

Aún así, cuando y cogí el club no llegábamos a 20 socios y hoy somos 42. Con la cuota tienes derecho a llevar al coche al taller, subirlo al elevador para cambiar el aceite, mirar los frenos, etc. Si te metes en un proyecto de restauración, solicitas el espacio por un tiempo para no tener que sacar el coche continuamente y colaboramos todos en lo que podemos.

¿El museo puede ayudar a que quienes se han contenido en su afición por no tener un sitio para su vehículos?

Tocas un punto muy interesante. Yo he observado que muchos compañeros han restaurado un coche, y como requiere un aparcamiento, tenían su coche de uso cotidiano en la calle y el clásico en el garaje. Como les entra el gusanillo de la restauración, acaban vendiendo el clásico para meterse en otro proyecto. Entonces, la mayoría no se podían permitir otro garaje adicional. Y ya si me apuras, como somos buhoneros, que si el coche, la moto antigua… empiezas a meter cacharros… Esto viene en parte a solucionar el problema, pero no vamos a garantizar a los 42 socios un estacionamiento permanente para su vehículo, porque allí lo que va a haber son exposiciones itinerantes. Sí pretendemos darle prioridad de estancia a los coches y motos más antiguos y de más valor. El resto ir entrando y saliendo y hacer alternancias, más que nada para que la gente no vaya allí y vea cinco escarabajos o cinco seiscientos, sino que haya variedad y que con una visita al museo no se acabe, sino que puedas volver a ir y ver otros vehículos. Por ejemplo, tenemos una colección motos BMW que están impecables, como si hubieran salido de fábrica ayer. Hay R25 y R26 que están extraordinariamente recuperadas y rehabilitadas, con mucho purismo y respetando su origen porque todavía hay repuestos. Cuando le expusimos el proyecto al Presidente Vivas, vio también las posibilidades de atraer turismo. El año anterior vinieron aquí 300 personas con una asociación de amigos del seiscientos y él vio el potencial. Hay más de 200 asociaciones solo en Andalucía y estamos confederados con ellos. Cuando tengamos esto en marcha, podemos colaborar con Turismo para organizar visitas que traigan gente todo el fin de semana y enseñar lo que tiene la ciudad, además de los vehículos.

 

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