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Bertolt Brecht en retrospectiva
Eugen Berthold Friedrich Brechter nació el 10 de febrero de 1898 en Augsburgo, Baviera, en el seno de una familia acomodada. Los primeros 26 años de su existencia transcurrieron en esta histórica ciudad alemana, donde el joven Brecht comenzaría a darse a conocer tanto por su actividad literaria como política.
Ambas inquietudes siempre irían de la mano y, así como en su adolescencia estuvo a punto de ser expulsado del colegio por polemizar acerca de los motivos existentes detrás de la 1era Guerra Mundial, a los 20 años escribiría su primera obra teatral, Baal (1918), que versaría sobre la vacuidad de las convenciones sociales.
Posteriormente, se trasladó a Múnich para proseguir con sus estudios en medicina y, tras estos, se estableció en Berlín. Allí se entregó en cuerpo y alma a su pasión: la producción literaria y teatral.
Poco a poco, fue ascendiendo en los escalafones de la vida cultural alemana, primero con Tambores en la noche (1920) y luego con La ópera de los tres centavos (1928), la que por muchos es considerada como su obra más importante.
En este período trabaría además una íntima amistad con intelectuales de la talla de Erwin Piscator, George Grosz y otros tantos autores y artistas que seguían también la estela del activismo militante.
Junto a estos últimos daría la bienvenida a la Revolución de Octubre y al naciente régimen soviético, hecho que le provocaría a Brecht serios problemas tras la llegada de Hitler al poder en 1933.
Con la consolidación del III Reich, el autor huye con su familia a Dinamarca y posteriormente a los países nórdicos.
En esta etapa de exilio escribiría alguna de sus obras más representativas como Galileo (1939) o Madre coraje y sus hijos (1939) entre muchas otras.
Su próximo destino sería Hollywood, donde trabajaría codo con codo con otro exiliado: el genio del cine Fritz Lang. Allí realizó también El círculo de tiza caucasiano (1945), una de sus piezas de madurez.
Al finalizar la II Guerra Mundial, regresará nuevamente a Europa y se afincará en la Alemania oriental. Desde allí participará activamente en debates sobre la concepción realista de las artes y teorizará de un modo más profundo y sosegado acerca de la práctica dramatúrgica.
Brecht, a diferencia de muchos otros defendía un modelo teatro que evidenciara su propia naturaleza ficticia para, de este modo, dotar que al espectador de cierta consciencia de lo que estaba viendo y hacerle mantener una posición al respecto.
Regentaría además junto a su esposa la compañía de teatro Berliner Ensemble hasta su muerte en 1956 como consecuencia de una trombosis coronaria.
Sus innovaciones representaron un gran avance dentro de esta interesante disciplina frente al anquilosamiento y conservadurismo del teatro más clásico. Así mismo, su férrea defensa de un tipo de arte dirigido a las grandes mayorías –sin por ello relegar el cariz experimental a un segundo plano– logra mantener viva la llama en los escenarios aun contando estas representaciones con más de 2000 años de antigüedad.