Uno de los momentos que más apuro puede causar lo encontramos cuando nos quitamos el calzado estando en compañía, y un extraño olor aparece. Pero, ¿por qué solo ocurre a algunas personas o con un zapato concreto?  Asociado, generalmente, a la falta de higiene, es necesario desmontar este mito pues la razón detrás de este problema es multifactorial.

Los pies cuentan con más de 250.000 glándulas sudoríparas, responsables en parte del mal olor. Estas glándulas generan sudor, que cuando entra en contacto con las bacterias de la piel se descompone el amonio y los ácidos grasos presentes generando mal olor. Existen épocas de mayor sudoración como es la adolescencia o la pubertad donde hay grandes cambios hormonales. Sin embargo, hay personas que padecen un exceso de sudoración durante toda su vida. La sudoración excesiva recibe el nombre de hiperhidrosis y puede ser causado por otra enfermedad o ser un efecto del estrés y la ansiedad.

El calzado juega también un papel muy importante, para evitar el exceso de sudoración se recomiendan zapatos y calcetines que permitan la correcta transpiración de la piel. Infecciones por hongos o bacterias son también uno de los principales agentes causales del mal olor. Éstas patologías de la piel surgen consecuencia del exceso de humedad en el interior del calzado.

Para evitar el mal olor, se recomienda lavar en conciencia los pies y no usar dos días seguidos el mismo zapato para dejar secar el sudor. Durante la ducha, algunos podólogos recomiendan el uso de bicarbonatos de sodio para combatir a las bacterias responsables del mal olor. Existen en el mercado muchos talcos de uso podológico que ayudan a combatir el olor.

En estos cálidos meses, se pueden usar zapatos descubiertos que ayuden a evitar el exceso de sudoración.