El peso de una tradición: 370 años renovando el amor a la Patrona
En la tarde de ayer martes, 9 de febrero, la Ciudad ha renovado el voto a la Patrona y Alcaldesa Perpetua de Ceuta, Santa María de África, una tradición que ha acompañado a los ceutíes desde el año 1651.
En el año 1651, Ceuta se libró de la peste, una epidemia que asoló el occidente europeo. En agradecimiento, el conde de Torres Vedrás celebró una renovación del voto a la Patrona y Alcaldesa Perpetua de Ceuta, Santa María de África. Desde entonces, hace ya 370 años, cada 9 de febrero se recuerda “la protección que ha dispensado, dispensa y dispensará a Ceuta y a sus habitantes” Santa María de África.
El presidente de la Ciudad de Ceuta, Juan Vivas, no faltó ayer a esta tradición y y renovó el voto, en nombre de todos los ceutíes, en un año que ha estado marcado por la pandemia. En consecuencia, el propio acto, en la iglesia de África, también tuvo la entrada restringida debido a las medidas establecidas para evitar la propagación del COVID-19.
Pero aunque con aforo limitado, el acto fue aún más solemne que años anteriores, quizás porque el azote de la pandemia; en esta ocasión la del coronavirus, está nuevamente castigando al mundo y, en esta ocasión, ni la Patrona ha logrado librar a los ceutíes del virus, donde ya han fallecido 75 personas y llevamos acumulados más de 4.200 casos desde el inicio de la pandemia.
Desde el año 1996 es la Asamblea de la Ciudad la que ha tomado el testigo para guiar esta renovación, como lo hicieran previamente el conde de Torres Vedrás en 1651, el marqués de Campo Fuerte en 1743, o el propio Ayuntamiento en 1937. Y aunque, cada 5 de agosto se celebra en Ceuta, desde 1575, la festividad de la Patrona, la jornada de febrero está más enfocada a agradecer y a seguir solicitando la tan necesaria, ahora más que nunca, protección de la Virgen.
“Desde hace casi un año -recordó el presidente de los ceutíes en su discurso- atravesamos un difícil trance marcado por el llanto y el dolor, por la tristeza, la desolación y el quebranto. Por eso nuestra plegaria, nuestra petición de protección y amparo, de este 9 de febrero, tiene que ser especial”.
Así, Vivas pidió “paz y descanso para las víctimas mortales de esta terrible epidemia; consuelo para sus seres queridos; fuerza y valor para quienes dan lo mejor de sí en el empeño de cuidar la vida y la salud de los demás, aún a riesgo de la suya; y apoyo y ayuda para quienes han perdido su sustento, y, para los que luchan contra viento y marea por no perderlo”.
Un discurso marcado por este drama pero en el que también hubo espacio para la esperanza, en el que el presidente recordó que los ceutíes se comprometen “a servir y defender a Ceuta y a España, caminando por la senda de la honestidad y la decencia”, además de a “promover el bien común y la justicia; atender a los más necesitados y vulnerables; fomentar la concordia, el respeto y la convivencia entre todos los ceutíes”. Compromisos que no está de más recordar en estos tiempos convulsos.
Y esperanza, a la que Vivas se refirió como imprescindible “para afrontar el reto con determinación y perseverancia, sin margen para el abatimiento”. “La empresa es difícil, muy difícil, -reconoció Vivas- pero también es una oportunidad para sentar las bases de un futuro mejor para nuestra tierra. Si somos capaces de dejar a un lado las diferencias en lo accesorio para coincidir en lo fundamental, de actuar unidos al servicio de la causa común, de ser generosos a la hora de ceder, estoy convencido de que se puede conseguir. No será la primera vez: Ceuta volverá a encontrar la luz que alumbre la salida del túnel, como en tantas otras ocasiones a lo largo de nuestra historia”.
La tradición de la renovación de votos no es solo ceutí. Para Ceuta, el amor a la Patrona simboliza, como bien detalló el presidente, “el amor que todo lo puede y alcanza; el punto de apoyo que mueve el mundo y nuestras voluntades; la fuerza para la que no existen metas inalcanzables ni sueños imposibles”. Pero son muchos los pueblos que se han rendido ante los pies de sus Patronas para pedir protección. Desde fiebres hasta plagas de langostas, Vírgenes y Santos cubren con su capa protectora el ánimo de los feligreses y es que, en situaciones tan descontroladas y terribles como la pandemia en la que el mundo entero está sumido, toda ayuda (y más si es divina) es bienvenida.