El término nace en la década de los 80, emergiendo desde Nueva York para tener una expansión definitiva a finales de la década siguiente. Es en 1894 cuando Schrager y Steve Rubell abren el primer hotel boutique, con una decoración estrambótica. Estos hoteles huyen de las grandes cadenas hoteleras que adoptan una imagen y un look que exportan a cada nuevo hotel que abren. No transmiten al cliente esa sensación de que una vez alojados en una habitación conocen todas.

El hotel boutique, suele situarse en el núcleo urbano de la ciudad cerca de las zonas de ocio y compras. Adopta un ambiente íntimo y poco convencional, adaptándolo a un carácter propio. A diferencia de los grandes hoteles, suelen contar con pocas habitaciones, en muchos casos, teniendo cada una de ellas una personalidad e identidad propia.

La finalidad principal de estos hoteles boutiques es hacer sentir al huésped como en casa, en un entorno íntimo y privado. Muchos de ellos se encuentran situados en antiguas edificaciones, reformadas y adaptadas dando un toque moderno y tecnológico. Otro punto innovador es el trato exclusivo al cliente, haciéndolo sentir un invitado o amigo de la casa.