Casi la mitad de quienes la padecen fallecen en los primeros 90 días de la infección.

Fue en 1996, en Corea del Sur, cuando se identificó la primera cepa de Candida auris. Sin embargo, no fue hasta 2009 en Japón cuando se registra el primer caso de infección. La importancia de este hongo radica en su alta resistencia a fármacos antifúngicos, considerándose así una seria amenaza para la salud global.

Otro de los factores que le convierten en un problema de salud pública es la capacidad de este organismo de sobrevivir en el medio ambiente y en superficies no biológicas (utensilios, plásticos, vidrios…) haciendo que los desinfectantes que hasta ahora se empleaban resulten no efectivos.

Quienes resultan infectados sufren dolor por todo el cuerpo, así como cansancio y malestar. Estos síntomas, nada específicos, dificultan el diagnóstico por parte de los equipos médicos.

La carrera contrarreloj ha comenzado, y grupos de investigación de todo el mundo están ya implicados en la búsqueda de mejores métodos de diagnóstico y de un fármacos capaz de eliminar la infección.