Aunque resfriado y gripe parezcan lo mismo, el agente causal que hay detrás es diferente. En el caso de la gripe el virus responsable es el virus de la influenza, mientras que en los resfriados suelen estar detrás virus pertenecientes a los rinovirus o coronavirus. Además, la gripe se manifiesta de forma brusca y repentina y, sin embargo, el periodo de incubación del resfriado es algo mayor.

Con el frío la capacidad defensiva de las vías respiratorias disminuye, la humedad y la temperatura favorecen que los patógenos sobrevivan más. La mezcla de estos factores es lo que consigue que esta sea la época del año donde más gripes y resfriados vemos.

Para prevenirla se recomienda lavar mucho las manos, cuidarnos del frío y la humedad, tomar alimentos ricos en vitaminas y minerales y dejar de fumar. Sino hemos conseguido evitarlo, y hemos caído enfermos solo nos queda resignarnos y seguir unas simples pautas.

Lo primero que debemos hacer es aceptar que debemos pasar un tiempo de reposo que nos permita descansar lo máximo posible para recuperar fuerzas, especialmente si tenemos fiebre. Otro de los grandes consejos que se repite en estas fechas es ingerir una gran cantidad de líquidos que ayuden a prevenir la deshidratación y mejoren el estado de la garganta.

Hacer gárgaras con agua caliente limón y miel ayudan al estado de la garganta. Para ellas se desaconseja emplear leche pues puede provocar un aumento de la mucosidad.

Otro mantra repetido hasta la saciedad y que, aún con esas parece no calar, es el de evitar la automedicación. Estas enfermedades de carácter vírico no se pueden combatir con antibióticos, sólo se tomarán bajo prescripción médica en casos de complicación.