Los trastornos alimenticios, más presentes entre los usuarios de Instagram
La imagen irreal e idílica que muestran las redes sociales de nuestras vidas y nuestros cuerpos están provocando que más personas anhelen esa perfección. Un estudio sobre esta situación refleja que las personas que más uso hacen de Instagram están más predispuestas a padecer trastornos de Conducta Alimentaria.
Profesionales del máster en eSalud de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) y Ciencias de la Salud del Hub eSalud sin Bulos han presentado este martes, día 16, un informe en el que alertan de que el uso de Instagram está teniendo una relación directa con el riesgo de padecer Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) entre las jóvenes. Estas investigaciones revelan que puede existir una relación directa entre “una mayor utilización de la red social en chicas de menor edad y la aparición de síntomas más graves de esta patología”.
La idealización de los cuerpos en las redes sociales y la constante necesidad del internauta de reconocimientos y halagos a través de comentarios y 'me gusta' son dos características de esta red social. Una situación que al mezclarse con el desarrollo y pautas propias de la adolescencia -necesidad de aprobación del grupo, insatisfacción del propio cuerpo- están provocando este mayor riesgo.
A ello se le suma el elevado número de contenido en Instagram enfocado al cultivo al cuerpo. “Las chicas con cuenta de Instagram realizan ejercicio de manera más estricta y sistematizada que aquellas que no la tienen y buscan publicaciones relacionadas con trastornos de la alimentación con el objetivo de mantener la motivación para seguir perdiendo peso o trucos para ocultarlo”, explica este estudio, que define cómo se ha generado una comunidad en tono al “impulso por la delgadez”.
Junto a la presentación de estos resultados, los usuarios y profesionales del Hospital de Día de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Sant Joan de Deu de Barcelona han elaborado un decálogo de medidas para identificar en el entorno digital información viable sobre los trastornos alimenticios. En colaboración con #SaludsinBulos, han propuesto medidas como no fiarse de titulares llamativos, analizar el tipo de lenguaje, comprobar la fecha y contexto de la publicación, investigar si las fuentes de la información son fiables, averiguar su las fotos están retocadas, desconfiar de las recetas milagro, tener en cuenta que los medicamentos deben ser recatados por un médico o recordar, entre otras cosas, que “las noticias falsas pueden condicionar tus emociones”.
"Uno de los objetivos de #SaludsinBulos es concienciar a los jóvenes sobre fuentes fiables de información en salud y por ello organizaremos actividades educativas en colaboración con instituciones vinculadas a la educación y la protección a la infancia y adolescencia", ha explicado uno de los promotores de esta iniciativa, Carlos Mateos.
No es la primera vez que este tipo de datos salen a la luz. El pasado mes de diciembre, la psicóloga experta en TCA del Centro Adalmed, Natalia Paniego Díaz, explicava en una entrevista para Alimente que las plataformas de exposición pública como Instagram o Facebook estaban provocando que los casos de anorexia y otras patologías alimentarias estuvieran creciendo. En ese sentido se aportaba la cifra de que el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús había registrado un 20 % más de ingresos por trastornos alimentarios durante el año 2020, principalmente por anorexia nerviosa. En esta ocasión aunque también tenía una influencia directa la pandemia, se alertaba de que se había comprobado la importante relación entre estos problemas y el uso cada vez más creciente de las redes sociales.
Ante esta situación, los psicólogos señalan dos problemas principales. Por un lado, la idealización de las imágenes de nuestra vida diaria en las redes sociales. Influencers en bikini que no ayudan a mostrar un cuerpo normal. Por otro lado, la sobreexposición y los filtros, que aún distorsionan más la imagen real de las personas. Un problema que no ha hecho más que comenzar.