Aquellos conciertos de verano: cosas que ya (suponemos) no volverán
Repasamos -¡atentos nostálgicos!- cómo eran los conciertos antes. No antes de la pandemia, sino antes del antes. Ni mecheros ni olor a tabaco. ¿Cómo hemos cambiado?
Casi todo vuelve, como las modas en ropa, pero suponemos que en lo que a conciertos se refiere hay muchas cosas que no volverán. El verano es sinónimo de conciertos y festivales, de la voz en grito y las noches sin dormir, y después de un verano como el de 2020 en el que todos los espectáculos se suspendieron debido a la pandemia del COVID-19, el de este 2021 parece estar un poco más movidito.
Bueno, movidito no porque los conciertos deben celebrarse sin que el público se emocione demasiado: nada de levantarse de la silla ni de bailar ni de agarrarse al de al lado. (Que se lo digan a Sergio Dalma) Pero al menos se están pudiendo celebrar, con todas las medidas posibles de seguridad sanitaria; y es posible disfrutar de la música como espectadores. Y empiezan a trabajar quienes viven de la música. No solo los cantantes y las bandas, sino todo el personal que se mueve detrás de un concierto, desde el técnico de sonido o de iluminación hasta los taquilleros. Porque el sector del espectáculo ha sido (y sigue siendo) uno de los más dañados por la crisis.
Pero con las cosas que no volverán no nos referimos a la época prepandémica inmediata, sino a décadas atrás. Un repaso para los nostálgicos por todas aquellas cosas que hacíamos en los conciertos y que ahora ya no hacemos.
Y empecemos por el estar pegados. Que sí que en eso ha influido la pandemia, pero ya desde hace años somos un poco más celosos de nuestro espacio vital y aquello de que todo el que quisiera pudiera entrar, quedó restringido. Aparecieron los aforos, las sillas, los asientos numerados, los centímetros de distancia con el de al lado, el aire para respirar.
Aire que además desde hace ya algún tiempo es más sano. Porque aquello de tener que echar la ropa a lavar para que se le quitara ese horrible olor a tabaco también quedó atrás. Ahora la metemos a lavar pero por otros olores. De la prohibición de fumar en discotecas y conciertos nos alegramos muchos.
Aunque en lo que a conciertos se refiere el primer cambio venía desde antes del espectáculo. ¿Comprar las entradas por internet? ¿Quién no se ha hecho unas cuántas horas de cola para pillar unas entradas que, además, normalmente debían pagarse en metálico? Y si no te has hecho la cola, seguro que alguna vez has visto esos reportajes en el telediario de las colas desde la madrugada para comprar entradas para Alejandro Sanz cuando Alejandro Sanz era Alejandro Sanz.
Una vez dentro, en el concierto solo te dedicabas a mirar y a disfrutar. Los conciertos eran únicos y los recuerdos solo quedarían en nuestro corazón. El de delante podría molestarnos porque era muy alto y nos quitaba la visión o porque no paraba de gritar o de cantar (si a eso se puede llamar cantar) a grito pelado. Pero porque alzara su móvil y estuviera grabando todo el espectáculo, por eso no nos iba a molestar.
Y hablando de teléfonos móviles, quizás se quedó atrás para siempre la imagen más icónica de un concierto. ¿O es que acaso hay alguien que hoy en día siga levantado un mechero en las baladas? No, no mires en tus bolsillos, no puedes fumar y no llevas mecheros. Pero mira, llevas móviles.