Crítica a Mulán: el viaje hacia la valentía femenina
La nueva adaptación de la obra de Disney ofrece una experiencia muy similar la tradicional épica del cine bélico chino.
Durante la última década, Disney se ha venido esforzando especialmente en rescatar algunas de sus obras más emblemáticas bajo una rejuvenecedora capa de barniz con el fin de conectar con las nuevas audiencias.
Mantener la fidelidad de un público infantil cuyos gustos e intereses distan tanto de aquellos espectadores juveniles de los años 90 parece no resultar tarea difícil para este coloso de la animación, quien de forma paralela a sus últimos lanzamientos ha cultivado de manera profusa la fórmula del remake con filmes como El Libro de la Selva (2016), El Rey León (2019) o la exitosa Aladdin (2019), que ha recaudado más de 1 billón de dólares en todo el mundo.
Ahora le ha tocado el turno a Mulán, un título muy recordado del catálogo de la empresa por su poderoso mensaje feminista, el cual se hizo eco en un tiempo en el que el movimiento a favor de la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer no contaba con la visibilidad de nuestros días.
Por ello y aun tratándose de una película que atiende férreamente a las directrices de realización de su productora, ha sido la consonancia con la idea de una heroína emancipada que trata de poner en valor su coraje lo que ha hecho que la dirección del proyecto fuese a recaer sobre Niki Caro.
La cineasta neozelandesa es ya bien conocida por sus metrajes de marcado tono reivindicativo tal y como quedó patente en su obra estrella Whale Rider (2002), galardonada con el premio Independent Spirit a mejor cinta extranjera.
No obstante, esta nueva versión del relato de la guerrera oriental se desmarca tanto del sello autoral de su directora como de los esquemas habituales de Disney.
En busca de una identidad propia, pudiera etiquetársele como una suerte de drama bélico, mucho más cercano al cine wuxia –género asociado con la tradición histórica china, muy popular en el gigante asiático– que a un título de la casa del ratón Mickey.
Las impresionantes coreografías de combate sumadas a los hermosos y coloridos escenarios muestran una indudable deuda con los clásicos de las artes marciales como Hero (2002), de Zhang Yimou.
Además, con esta última película también comparte Mulán la presencia actoral de los legendarios Jet Li o Donnie Yen, que a pesar de su carisma en pantalla, quedan relegados a un rol secundario frente a la más que reseñable actuación Liu Yifei (El Reino Prohibido, 2008), protagonista de esta historia de superación femenina.
El reparto lo completa la prolífica y reputada Gong Li (Corrupción en Miami, 2006) en un papel de suma importancia para el desarrollo dramático de la obra y un veterano Jason Scott Lee (Dragón: la historia de Bruce Lee, 1993) como villano principal.
Con la excusa de ser más fiel a la milenaria leyenda china en la que se basa el film y dotar a la cinta del realismo que la ocasión requería, se ha prescindido también del componente cómico en general así como de la presencia del dragón parlanchín Mushu, sustituido por algún que otro elemento mágico también propio del folklore oriental que realza el estilo épico de la narración.
A pesar de estos notables cambios, Disney se ha asegurado de que la esencia y mensaje del metraje original haya quedado intactos.
Por ello y para no enturbiar el disfrute de los más nostálgicos, entre los excelentes arreglos musicales que conforman la banda sonora –que corre a cargo del versátil compositor Harry Gregson-Williams– se ha incluido un interpretación orquestada de la pieza Reflections, entonada una vez más por Christina Aguilera e incluida en la adaptación de 1998.
En conclusión, esta nueva Mulán constituye un soplo de aire fresco para el desgastado rótulo los remakes, ofreciendo una experiencia que no se limita a ser una simple réplica en acción real del ya clásico de Disney sino que, por el contrario, trata de avanzar en una dirección novedosa que cumplirá las expectativas tanto de quienes disfrutaron en su momento con la obra animada como de los recién llegados a esta antigua epopeya de lealtad, honor y familia.