DESCORCHANDO QRÓNICAS
DESCORCHANDO QRÓNICAS. Salvador J. Pando. El 21 Vinos.

DESCORCHANDO QRÓNICAS

¿Tú qué tienes, “Riberitis” o “Riojitis”?

¿Tú qué tienes, “Riberitis” o “Riojitis”?

Dos términos cada vez más utilizados entre los consumidores de vinos, llamémoslos más exigentes o abiertos al consumo variado de vino, que muestran su descontento en cuanto al consumidor clásico de vinos que no es capaz de ver más allá de su copa y se limita a pedir el vino, ya sea en bar, restaurante o tienda, seleccionando la denominación de origen que considera que es la única que le gusta. En estos casos nos referimos obviamente a Ribera del Duero y Rioja.

Estas dos D.O.P. (denominación de origen protegida) a las que nos referimos han marcado en nuestro país una etapa dorada en cuanto a la calidad de nuestros vinos. Se trata de dos grandes denominaciones que han dado una personalidad y profesionalidad a sus vinos para ponerlo en boca de todos los consumidores a nivel internacional.

Hay que hacer vista atrás para saber que fue Rioja la primera denominación de origen que se situó en la cúspide de los grandes productores de vinos de nuestro país (principalmente en vinos tintos), y de ahí viene que personas ya con una cierta edad utilizaran en su día y sigan utilizando aún el término de “un Rioja” para hacer referencia a un vino tinto en general. Sin duda fue el vino tinto por excelencia en España, era una señal de calidad y buen gusto.

Posteriormente fue Ribera del Duero quién situaría, gracias a ciertas bodegas como; Protos, Alejandro Fernández, Arzuaga, etc., su denominación entre las más grandes, llegando a hacerle sombra o quizás desbancar temporalmente a Rioja.

Fue entonces cuando empezó a crearse en casi todo el territorio nacional este binomio de vinos que aún a día de hoy siguen siendo los más consumidos en todo tipo de bares, tascas, restaurantes, etc.

Lo que no esperábamos los consumidores actuales y que estamos cansados de ver en cada carta de vinos, estantería de bar o incluso en boca de los camareros, es esta obligación por parte del hostelero de tener que hacernos elegir entre estas dos únicas opciones para poder consumir una copa de vino tinto.

Teniendo en cuenta que en España, junto con nuestros vecinos franceses e italianos, producimos más de la mitad del vino consumido en el mundo y que este pasado 2018 hemos sido los mayores exportadores de vino del mundo, aunque para muchos el precio medio de nuestro vino en exportaciones esté muy por debajo de lo que debería ser, y que somos todo un referente en cuanto a elaboración y calidad, nos debería hacer reflexionar e intentar ver qué pasa en España para que el consumidor español de vino no esté a la altura que debería como gran productor de vinos que somos. Es decir, ¿cómo es posible que seamos los séptimos u octavos en cuanto al ranking de consumidores de vinos en el mundo?. Hablamos de uno de nuestros productos estrella, junto al jamón y al aceite de oliva. Pero no sabemos de vinos ni sabemos consumirlo.

Tristemente incluso en Ceuta, los consumidores de vinos nos sentimos ofendidos, al tener que imponernos en nuestros bares, la elección entre dos únicas denominaciones de origen en vinos tintos y que para colmo ambas cuentan con la misma uva principal de elaboración de sus vinos, la tempranillo.

Contamos con unas 70 D.O.P (Denominación de origen protegida) en España y 42 regiones con I.G.P (Indicación geográfica protegida), los que conocemos como vinos de la tierra, y con más de 250 variedades de uvas cultivadas en nuestro país y admitidas por las D.O. de cada región, pero ¡no somos capaces de ofrecer al cliente más de dos opciones de D.O. para disfrutar de una copa de tinto!. Es tan ridículo cómo si cada vez que comiéramos marisco, siempre eligiéramos la misma variedad de marisco. O como si solo comiéramos la misma variedad de fruta. O como si cocináramos siempre la misma carne y de la misma forma. Siendo un país con tanta variedad de productos y una gastronomía tan amplia, eso sería una pena. Pero entonces, ¿por qué con el vino sí lo hacemos?.

Está claro que la falta de experiencia, profesionalidad, formación y ganas de innovar hacen que nuestros bares se vean limitados y con ello conviertan al consumidor en menos exigente. Esto debería de ser al contrario, ya que siendo uno de los países con más número de bares por habitante, tendríamos que ser más exigentes y demandar más calidad y variedad de los productos.

Sin darnos cuenta, y con el paso del tiempo han conseguido ahuyentar del mercado a posibles o futuros consumidores de vino. El ofrecer una copa de vino a una persona que por primera vez se muestra receptiva a probarlo y ponerle en la copa un “vino duro”, posiblemente con mucha crianza en barrica, de calidad cuestionable y seguramente a una temperatura no idónea, lleva a que no vuelva a probar un vino hasta pasados unos años.

También es una pena para el consumidor que es algo más exigente, llegar a un bar y oír a esa otra persona que pide una copa de Rioja o de Ribera, como si eso es lo único que le gustase, tal vez por ignorancia o porque tiene el paladar tan atrofiado de beber siempre el mismo vino que cualquier otra cosa que beba le parecerá raro. Lo único que han conseguido con eso, tanto los locales de restauración como ese cliente que tiene “Riojitis o Riberitis”, es que el resto de los consumidores no podamos disfrutar de algún otro vino en sus locales, y acabemos teniendo que echar mano a la cerveza. Así como que no se hagan nuevos consumidores, que no ampliemos nuestra cultura del vino, que no valoremos nuestros vinos en España, que no crezcamos y que sigamos siendo un país de catetos. Existe más historia que geografía en una botella de vino.” J. Kressman.

¿Tú qué tienes, “Riberitis” o “Riojitis”?