Natalia y Cristian Cabezón: "Para nosotros, fusionar lo que hacemos, música y danza, es simplemente magia"
La danza y la música están indisolublemente unidas pero quienes las estudian no siempre tienen la oportunidad de apreciarlas en conjunto. Cuando los hermanos Cristian y Natalia Cabezón acabaron las especialidades de guitarra y danza española en el conservatorio, decidieron abrir la academia “Allegro” y ofrecer cursos en los que se fusionan ambas disciplinas.
¿La idea de hacer parte de las clases con los alumnos de danza y música en conjunto siempre estuvo ahí?
Cristian- Desde que empezamos, hace 7 años, hemos ido evolucionando. En los primeros años el trabajo de la fusión de música y danza sólo se veía en algunos detalles en los festivales. A medida que fueron avanzando los cursos incorporamos cada vez más temas montados con música y danza en directo. En el último festival más del 50% por ciento de las piezas eran fusión, de manera que la danza era con música en directo de alumnos o de profesores.
¿Es algo habitual en la enseñanza de danza?
Natalia- Cuando yo estudiaba en el conservatorio, toda la parte de flamenco era con guitarrista, un caja o palmeros y la danza española con pianista. Siempre nos ha acompañado la música en directo porque en el conservatorio se trabaja así.
Vosotros habéis aplicado parte de ese sistema en el estudio. ¿Cómo influye esto en los alumnos?
Cristian- En la forma de vivir tanto la danza como la música de manera plena. No es lo mismo que poner un CD y darle al “play”. Lo que vas a bailar en ese momento y lo que vas a bailar luego es lo mismo a nivel de tiempo, de ritmo y de velocidad. Para los últimos festivales hemos estamos un mes antes tocando aquí los músicos con las niñas o los adultos de baile y claro, una vez sale más rápido, tenemos que parar. Otra vez sale más lento, tenemos que parar. Eso es la pureza de la música.
Natalia- Contamos con ese hándicap. Es muy complicado adaptar un grupo, tanto de música como de danza, para hacerlo en conjunto. Hay que trabajarlo mucho porque es muy complejo, aunque el resultado es precioso. Todo el mundo sale encantado de los festivales y de las muestras que hacemos.
Cristian- Para mí es magia. También es muy importante a nivel de oído, tanto los músicos como los bailarines, porque se tienen que adaptar unos a otros. Trabajan la concentración y el oído musical. Los alumnos dicen que es muy gratificante cuando hacen por primera vez una pieza así y el público también lo valora.
¿Qué habéis cambiado en la forma de enseñar respecto a cómo os enseñaron a vosotros?
Natalia- Yo intento no hacer las cosas que no me gustaban y busco sacar lo mejor de los alumnos, sobre todo que ellos disfruten y sean felices con la danza. No quiero que venir sea una obligación, sino que vengan motivados, pero siempre con una disciplina, porque la danza es disciplina.
Cristian- Musicalmente también se parte siempre de la disciplina porque a nivel cognitivo la música le aporta a los alumnos algo que no puede dar otra materia. En cuanto a la didáctica musical, sí creo que aquí trabajamos de una forma diferente. Yo estudié en el conservatorio y para mí algunos años fueron un suplicio. A nivel profesional, te enseñan a tocar un instrumento y vas a salir de allí siendo músico pero ¿te gusta tocar o simplemente has estudiado? Yo también soy maestro de música y creo que eso me ha ayudado mucho a enseñar, porque yo puedo ser un mejor o peor guitarrista pero para enseñar tengo que ser un buen profesor. Eso es fundamental. No sirve de nada ser un genio tocando la guitarra si no sabes enseñar. Pienso que a nivel didáctico, tanto la música como la danza, tienen que tener caracteres motivadores para los alumnos ante todo. Luego enfocarlo al tema profesional, pero primero que ellos se diviertan y que sea algo lúdico. Creo que eso es importante.
¿Cómo se conjugan os distintos niveles y capacidades de cada alumno?
Natalia- Es complicado porque la mayoría lo trabajamos a nivel colectivo y cada alumno es diferente. Aunque los grupos de niños tengan las mismas edades, cada uno tiene un nivel, ya sea porque lo lleve innato, porque tenga un oído increíble, porque se le de muy bien o muy mal. Pero lo que nosotros ofrecemos aquí es que todos tienen el derecho. Todos tienen derecho a aprender, todos tienen derecho a tocar un instrumento y todos tienen derecho a bailar, independientemente del nivel que tengan. Eso es importante en el arte. Muchas veces, vas al conservatorio y, si fallas un poco, te quedas fuera. Aquí hay que ser un poco más comprensivo. Quien viene a “Allegro” es porque le gusta y le llama la atención. No le puedes cerrar la puerta a nadie, independientemente de su nivel. Tenemos también muchos niños que tienen alguna necesidad especial y la academia les ayuda mucho. Se tiene que trabajar más con ellos, necesitan más dedicación, pero los acogemos perfectamente. Les viene muy bien. La música y la danza relajan. Los padres nos lo dicen. A lo mejor un niño viene un día muy mal y se va a su casa diferente.
¿Hay algún límite de edad?
Cristian- Tenemos alumnos desde los 3 años en piano y desde los 6 en guitarra pero no hay límite de edad por arriba, sólo por abajo. Tenemos hasta tres generaciones, con abuela, hijo y nieto en sus clases. Hemos ido poco a poco formando una gran familia. Cuando ves en el escenario a un padre y después de dos números a su hija, se disfruta. Pasan los nervios juntos y todo el trabajo que hay detrás, evidentemente.
Los alumnos disfrutan la danza y la música, pero ¿y el escenario?
Natalia- No sólo trabajamos enfocándonos al festival de final de curso. Trabajamos casi los dos primeros trimestres dando clases de técnica y después ya lo vamos enlazando un poco más al festival y trabajamos en grupos, con los alumnos de música y danza ensayando juntos, pero nadie esta obligado a subirse a un escenario. No todo el mundo quiere o está hecho para eso.
Cristian- Yo tengo alumnos que guitarra que el primer día dicen que no quieren tocar en un festival. No tienen que participar para aprender. La música y la danza es experiencia. Cuando no dominas el instrumento, no te ves en un escenario pero cuando ya tocas o bailas con tus compañeros, te ves en un vídeo que grabemos en clase , etc., ya te piensas mejor si subir al escenario. La sensaciones que se tienen en un escenario… Eso es una cosa que se tiene que vivir.
La forma de enseñar se va adaptando. ¿Los espectáculos también?
Natalia- La música y la danza tienen que evolucionar con la sociedad. Es imprescindible. Por ejemplo, nosotros el año pasado en nuestro festival metimos a una comparsa, porque venía al tema y tenían varias melodías con pases flamencos. Hicimos una fusión que fue brutal.
Cristian- A nivel de caracterización y de forma de colocarte en los escenarios también se va cambiando. Yo desde pequeño tengo la experiencia de tocar solo. El que estudiaba piano tocaba una pieza de piano solo. En Ceuta antes no se veía que el alumno de piano tocara a la vez que el de la guitarra, con una persona cantando y un cajón flamenco junto con los alumnos de danza bailando. Eso es muy atractivo. Hasta la forma de situarnos en el escenario se tiene que adapta a esa disposición, a la acústica, a los micros. Hay que innovar y reinvertarse cada año.