Mercedes Canca: “Es muy doloroso que se hable mal de Ceuta y de los roces interreligiosos, cuando en realidad no existen"

La ONG española Manos Unidas lleva 62 años luchando contra el hambre y la pobreza en la que viven a diario más de 800 millones de personas en todo el mundo.

Valores como justicia social, derechos humanos y el desarrollo se ponen en práctica a través de proyectos basados en las necesidades locales, desde la construcción de una escuela o un pozo de agua potable hasta la formación en gestión de empresas sostenibles para el crecimiento  de la comunidad.

Mercedes Canca es socia de Manos Unidas desde hace treinta años y como vicedelegada de la organización en Ceuta conoce bien la importancia que tiene la solidaridad para la supervivencia diaria pero también para el futuro que nos espera.

 

Para concienciar a toda la población es fundamental educar desde pequeños, ¿cómo difundís el mensaje?

Durante todo el año nuestro enlace son los profesores de religión. Algo novedoso es que este año en Ceuta tenemos la colaboración de profesores de religión islámica. De momento hay tres profesores que trabajan de forma colaboradora en los centros Mare Nostrum, Juan Carlos I y en el centro de Educación Especial San Antonio. Es para trabajar la solidaridad y cooperación aunque tengamos creencias distintas. Todos tenemos la misma rama, creemos en un dios único y cada uno lo manifiesta a su forma, pero luego a nivel de solidaridad trabajamos en la misma línea y la verdad es que se nota.

 

La solidaridad y los derechos humanos no entienden de creencia.

Es muy doloroso que se hable mal de Ceuta y de los roces interreligiosos cuando en realidad no existen. Quienes somos de Ceuta de toda la vida hemos vivido distintas épocas a lo largo de nuestra historia personal vemos como eso que quieren vender no es cierto. Habrá personas irrespetuosas, que las ha habido siempre, pero generalmente nuestra forma de actuar es en colaboración. Las comunidades nos ayudamos. Nos piden y colaboramos en todo aquello que podamos.

 

Ese tipo de mentalidad requiere un trabajo a largo plazo. ¿Cómo trasladarlo a la práctica?

En estos dos últimos años hemos hecho cursos de formación, con un formador de Madrid, en los que han participado los compañeros de religión islámica, como comenté antes. Son pequeños pasos que se van dando a favor de la integración multicultural. Manos Unidas hace encuentros interconfesionales en países como Camerún y ayuda al hermanamiento entre distintas culturas y distintas religiones en zonas donde el yihadismo está causando mucho daño. Son avances que se verán a la larga. No es solo trabajar por lo inmediato. Lo hacemos con vistas a crear un futuro de hermanos, de solidaridad y de vivencia en los derechos humanos. Es lo que pretendemos llevar a las próximas generaciones. Tenemos que preparar a los futuros habitantes, los miembros que van a tomar nuestra herencia,  para trabajar en un ámbito de desarrollo, de hermanamiento y de justicia social.

 

Manos Unidas surgió en 1959 gracias a un grupo de mujeres de Acción Católica y su labor en la valorización femenina sigue siendo fundamental.

Al ser creado por mujeres se tiene una sensibilidad especial hacia ellas. Es verdad que a nivel internacional hay mucha infravaloración y el empoderamiento de la mujer es algo que Manos Unidas ha tenido siempre muy presente. En todos los lugares del mundo hacemos un hincapié en ello porque si la mujer tiene la formación que le pertenece, sabe defender sus derechos. Yo tuve la gran suerte de viajar a la India, al estado de Chhattisgarh, y pude empaparme de cómo trabaja Manos Unidas.  Veíamos esa gratitud y esa labor que se hace con las mujeres. En la India el sistema de castas está abolido en papel pero cómo llegan a la jungla esas leyes. Allí desconocen esa realidad. Con los proyectos formamos a las mujeres y ayudamos a  darles su propio desarrollo.

 

¿Cómo se seleccionan los programas de formación y los proyectos?

Partimos de las necesidades que ellas van manifestando y vamos ofertando y ayudando siempre desde el respeto a su idiosincrasia. No vamos avasallando ni quitando las costumbres. Desde su propias tradiciones vamos ayudando a que se desarrollen y sepan defender sus derechos.  En Tánger, por ejemplo, financiamos un proyecto para niñas en riesgo de exclusión social. Unas hermanas llevaron un proyecto con el Ministerio de Justicia marroquí para instruir a diez chicas que no estaban alfabetizadas. Se les formó en alfabetización, informática y repostería. Son proyectos muy interesantes y ves cómo les puede resolver la vida y, sobre todo, las dignifica.

 

Tú lo has visto en primera persona, pero compartir la experiencia de otros misioneros es parte de la forma de trabajar de la ONG. 

Una de las cosas bonitas y fructíferas de manos Unidas es que todos los voluntarios de las delegaciones viajamos a Madrid para la formación. Este año, dada la situación, se ha hecho todo online. El convivir allí con otros delegados y con los misioneros que te transmiten de primera mano cómo trabajan y la gratitud que reciben es muy gratificante. Yo en mis años en Manos Unidas he tenido ocasión de conocer a muchas personas que han viajado a países en vías de desarrollo y que nos cuentan nuestra historia. En Ceuta tenemos la posibilidad de traer un misionero pero, en comparación con otros lugares, tenemos muy poca población, así que en lugar de gastar en traer a alguien, aprovechamos cuando pasa por la ciudad por otros motivos y nos da su testimonio. Es el caso del misionero javeriano Rolando Ruiz Durán, que ha estado muchas veces con nosotros y nos ha contado su experiencia en el Chad, donde estuvo 15 años y ha llevado a cabo proyectos de Manos Unidas. Es una forma de rentabilizar los recursos y cuidar el dinero.

 

La campaña de este año se ha adaptado a las limitaciones por la pandemia. ¿En qué se centra?

Este año ha hecho que nos reinventemos y seamos más creativos. Principalmente en el lanzamiento a través de las redes sociales, pero la forma de trabajar es la misma.  Lo diferente es que parte del dinero se va a dedicar a desastres medioambientales y personas afectadas por la pandemia. Manos Unidas siempre ha sido para proyectos en desarrollo pero dadas las urgencias, los desastres medioambientales y ahora también la covid-19, pues la asamblea general aprobó que cada año se hiciera un poco de ayuda para aquellas personas afectadas por estas causas. Nosotros aquí nos lavamos las manos, nos quedamos en casa y tenemos medicación, pero en países donde no hay canalización ni agua eso no es posible. Por eso reforzar los proyectos de agua potable ha sido algo en lo que Manos Unidas Ceuta ha hecho especial hincapié. Hemos financiado un proyecto en Mozambique y otro en Camerún. Siempre tenemos un montante de alrededor de 24.000 euros que aportamos como sede de Ceuta a pequeños proyectos como esos y el resto, si sobra, lo aportamos a proyectos grandes como la canalización de agua de Guatemala, que abarca muchas poblaciones y grandes distancias.

 

¿Cómo podemos ayudar?

Se puede colaborar de muchas maneras. La más novedosa es a través de Bizum. Tenemos que sumarnos a las nuevas tecnologías y a las nuevas aportaciones de la sociedad porque, en la situación que estamos viviendo, cuanto menos salgamos de casa mejor. Se puede ayudar domiciliando una cantidad, por mensaje, con los regalos solidarios de https://www.manosunidas.org/colabora. Cualquier pequeña aportación suma y lo que para una persona es donar el euro del café, a otra persona le sacan el día adelante.