El ingenioso escritor Don Cervantes
Aun habiéndose desempeñado como un profuso dramaturgo y poeta durante su agitada y compleja vida, el motivo real por el que el nombre de Cervantes quedó grabado en los anales de la literatura nacional es sin duda por el Quijote.
No obstante y aún con el relato del hidalgo más famoso de todos los tiempos bajo el brazo, la fama de la que gozó en vida fue singularmente modesta si se compara con la popularidad obtenida en los años posteriores a su fallecimiento.
Gran parte de la historia personal del autor, apasionante y repleta de escaramuzas militares y campos de batalla funcionarían como sustrato fundamental en el marco de un extraordinario devenir literario.
Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares en el seno de una familia humilde en el año 1576. Hijo de un cirujano, iniciaría su formación académica en el famoso Estudio de la Villa, donde sería alumno aventajado de Juan López de Hoyos.
Huyendo de la justicia española por una serie de trifulcas y duelos de los que no se tienen muchos datos, llegó a Italia con apenas 22 años de edad. Visitó allí las hermosas tierras de Génova, la Toscana y Nápoles para acabar sirviendo al joven cardenal Giulio Acquaviva durante el pontificado de Pio V.
Tiempo después se enrola en la armada y combate en la conocida Batalla de Lepanto (1571). De este conflicto salió gravemente malherido y con su mano derecha mutilada, lo que con el tiempo le hizo ganarse su famoso apodo: «El Manco de Lepanto».
Tras ser hecho preso por piratas musulmanes y permanecer recluido en Argel no menos de 5 años, regresó a España donde, junto a su amante Ana de Villafranca tuvo a Isabel de Saavedra, única hija reconocida del escritor.
Por aquel entonces publica la Galatea (1585), novela pastoril con poca repercusión pero que logró azuzar al propio Cervantes a continuar con su incipiente carrera autoral.
En el año 1604 es editada la primera parte de Don Quijote a modo de crítica burlona con la vieja moda de las novelas caballerescas y su éxito le hace encontrarse rápidamente al Conde de Lemos, mecenas que le permite continuar con su labor creadora y desentenderse de cuestiones puramente económicas.
Escribe en los años posteriores las famosas Novelas Ejemplares (1612), Viaje del Parnaso (1614) y la segunda parte de Don Quijote (1615), falleciendo poco después de ultimar su Persiles y Sigismunda (1617) y coronar así la cima de las letras españolas con su nombre y apellido.