Elisa Lorente: “Mi familia dice que soy creativa compulsiva, pero también contribuye a mi creatividad la gente que me encarga proyectos que nunca se me habrían ocurrido”

Arquitecta técnica, mamá de tres niños y artesana es la tarjeta de presentación de esta polifacética mujer que combina todas estas actividades en su día a día. En cinco años sus diseños de juguetes educativos, ropa de bebé o joyas de material biológico han atraído la atención de los ceutíes que buscan un toque personalizado en sus accesorios.

¿Cómo empezaste en el mundo de la artesanía?

Siempre me han gustado las manualidades. Aprendí a coser yo sola. He ido mejorando conforme me salían encargos o hacía cosas para mí. Lo primero que me hice fue un traje de flamenca cuando estaba en Sevilla. Me sirve mucho lo que yo sé de hacer planos o de medir, porque eso es lo que yo realmente uso para hacer las cosas. No coso de forma tradicional, porque nunca he ido a clases, pero uso mis conocimientos. Cojo mi regla, mi cartabón, mi escuadra y el compás y es como si midiera una casa. Saco un croquis de tu cuerpo igual que el plano de una casa. Como tengo tres niños, les empecé a hacer cosas que veía y esa idea ya me quedaba para los demás.

Por ejemplo, veo un juguete educativo, lo hago para mi niño y veo que tiene tirón porque a las madres ahora nos gustan mucho estas cosas. El primero de mis hijos lo estrena pero cuando va por el tercero a lo mejor tengo que ir restaurándolo. Los libros sensoriales igual. Cuando falta una pieza, la voy rehaciendo. También hago conjuntos para cumpleaños. Primero se los hacía a mis niños y luego fueron saliendo encargos. Ahora ya no paro.

Coser es tal vez tu faceta más conocida como artesana pero no la única. ¿Qué más manualidades haces?

Pinto, coso, restauro… Las obras evidentemente también me gustan porque mi trabajo es el de arquitecta técnica. Lo mismo pinto un mural que te pongo un suelo. Ahora para hacer cualquier cosa en mi casa con tres niños se monta una odisea así que lo hago menos, pero me gusta también la decoración, como coser cortinas, por ejemplo. Cuando llevo muchos encargos de costura, cambio a otro de pintura para relajarme. Voy alternando según el estado de ánimo o el día, aunque los que más tengo son pedidos de costura. La gente, cuando se le ocurre una idea, tira de mí. No lo encuentran por ningún lado y me buscan para que se lo haga. A lo mejor yo tampoco lo he hecho nunca, pero se lo hago. Le doy vueltas a la idea y lo saco. Me gusta porque es un reto.

Mi familia dice que soy creativa compulsiva pero otras veces es la gente la que me encarga proyectos que nunca se me habrían ocurrido.

¿Cuántos de esos experimentos fallan?

Pues no creas que muchos. Yo hasta que no está totalmente definido no lo hago. Ahora hago joyas de leche materna y eso sí me dio más quebraderos, porque la leche hay que tratarla para que no se ponga mala. Tuve que hacer muchas pruebas con mi propia leche y hasta que di con la tecla. Me tiré un año haciendo experimentos y cuando ya salieron bien lo expuse a la gente y tuvo bastante acogida. Esto me costó más porque era algo que no estaba en mí. Fui probando productos hasta que la leche solidificaba bien. Ahora ya sin problema.

En lo demás, voy al grano y hasta que no tengo la idea definida no me pongo a probar porque sé que son pérdidas. Ya voy a tiro hecho cuando lo tengo claro.

¿Cómo crees que influye en tus niños ver todas estas actividades en casa?

Mis hijos están todo el día rodeados de creatividad. Yo tengo un pequeño taller en casa y ellos están en la mesa conmigo todo el día. Yo estoy cosiendo y ellos están sentados alrededor jugando a los lego o pintando. Estoy constantemente “no toques la máquina”, “deja el hilo”, “dame el alfiler que te vas a pinchar”. Ellos me dicen “mamá esto se ha roto y tú lo sabes arreglar” o “le he dicho a mi amiga que tú eso lo puedes hacer”. El más pequeño es muy creativo.

Tal vez lo ha vivido más porque con la pandemia no fue a la guardería y estuvo conmigo todo el tiempo. Se duerme incluso con el ruido de la máquina de coser y como si nada. También ellos me sirven de modelo y quieren saber si las cosas que voy haciendo son para ellos o para otros niños. Ahora que son algo mayores ya he tenido que buscar maniquíes de bebés.

Empezaste con encargos para amigos y familiares pero cada vez tienes más. ¿Cómo planeas seguir?

Yo era muy reacia hacerme redes sociales pero por insistencia de mi familia lo hice y, a partir de ahí, hasta tuve que coger otro teléfono porque no paraban los mensajes. Tengo agenda cerrada hasta abril, porque no es lo mismo que no tengas otro trabajo o niños que no pueden estar en casa todo el tiempo y requieren más atención. En el futuro sí me gustaría buscar un local para atender a la gente y que se puedan probar allí, venir a recoger los pedidos, etc., porque todos tenemos cosas que hacer y combinar los horarios es complicado.

De momento me apaño en casa. Es verdad que si no lo tuviera tan cerca, no podría hacer tantas cosas, porque aprovecho los ratitos libres mientras los niños están tranquilos. Me lo dicen a veces y realmente no sé cómo lo hago. ¡Mejor no lo pienso mucho! El día de mañana sí me gustaría que la gente viniera a mi local con ideas y con ganas de encargarme cosas.

De la costura y la pintura pasaste a las joyas de leche y recuerdos biológicos como pelo y dientes de leche. ¿Qué nuevos proyectos tienes en mente?

Me llamaron para un proyecto solidario que consiste en hacer joyas con las cenizas del volcán de la Palma y que todo lo recaudado vaya para los afectados. No lo he publicitado todavía porque tienen que comunicarme el precio que van a poner pero ya tengo hechas algunas y son muy originales. Cada dos por tres me traen botes de cenizas para seguir haciendo los pendientes, colgantes, anillos y llaveros con la silueta de la Palma. Me están pidiendo ya que los reserve pero no están a la venta todavía.

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