Django Reinhardt: un músico con altura
Desde su más tierna infancia, la trayectoria vital de Django Reinhardt siempre estuvo marcada por esa suerte de relación simbiótica con la guitarra de la que hizo gala durante toda su corta pero apasionante existencia. A este maestro cíngaro de las cuerdas sólo le hizo falta su talante natural y una sobrecogedora fuerza de voluntad para adentrarse en el ambiente cabaretesco del París de principios de siglo, donde destacó con una ardorosa fórmula musical que recogía los rasgos más distintivos de la cultura musical gitana. No obstante, antes de iniciarse su carrera al estrellato y ser reconocido mundialmente, el joven Reinhardt, nacido en 1910 en el pequeño municipio belga de Liberchies, fiel a la tradición nómada de su pueblo viajó por el país junto a la pintoresca caravana de artistas en la que había sido criado.
Tras sentar cabeza finalmente junto a sus congéneres a las afueras de la capital de Francia, desempeñó una gran cantidad de variopintos trabajos a la par que curtía sus dotes instrumentales. No obstante, a los 18 años de edad, cuando su virtuosismo comenzaba a despuntar sufrió un duro golpe: un incendio en la caravana donde reposaba le costó la movilidad de sus dedos anular y meñique izquierdos así como una larga estancia en el hospital.
Frente a ese contratiempo, Reinhardt no demoró en desarrollar una nueva técnica que le permitiera seguir siendo el mismo ante la guitarra aún con la atrofia parcial de su mano. Tras haberse recuperado de aquel fatídico incidente, el músico calé se concentró en hacer de su pasión un modo de vida y por ello fundó junto a su hermano Joseph Reinhardt, el violinista Stéphane Grappelli y otros artistas el Quintette du Hot Club de France, una exitosa agrupación que recibiría fuertes influencias del jazz americano de Louis Armstrong.