Recorrido por la historia de la “locura”: de la “demonización” a la perspectiva científica de los trastornos mentales
Las personas con enfermedades mentales aún tienen un camino por delante para luchar contra el estigma. Hacemos un repaso por la historia de la “locura” desde la época en la que se asociaba a castigos del “diablo” hasta el enfoque científico, donde los trastornos mentales se estudian y tratan desde la perspectiva de la medicina.
“Aquellos que eran vistos bailando, eran considerados locos por quienes no podían escuchar la música”, dejó escrito el filósofo Friedrich Nietzsche. Desde brujas hasta visionarios, la acusación de locura se ha acercado sigilosamente a todos aquellos que han emprendido un camino diferente.
También se ha banalizado el término, arrojando sobre él la semejanza con otros conceptos como el de aventurero, el de diferente... “En un mundo de locos, estar cuerdo es una locura”, dice otras de esas frases de la “sabiduría popular”. Y es que al término de locura se le ha impregnado a lo largo de la historia de una serie de connotaciones, muchas de ellas relacionadas con el amor, con frases como “locura de amor”. Cuántas historias en la literatura clásica -especialmente en la época del Romanticismo- en las que morir de amor o volverse loco de amor era el tema central-; cuántas hogueras de mal nombradas locuras.
La locura en el siglo XIX era un término despectivo, relacionado en gran parte con asuntos del más allá. Muy lejos aún de los términos científicos de hoy en día en los que se habla del trastorno mental, una enfermedad a la que hacer frente con un análisis clínico.
Este pasado domingo, 10 de octubre, se conmemoraba el ‘Día Mundial de la Salud Mental’, enfocado en estos tiempos postpandémicos a la necesidad de que la salud mental sea una realidad al alcance de todos. Y es que durante la Asamblea Mundial de la Salud de mayo de 2021, los gobiernos de todo el mundo reconocieron que era imprescindible ampliar los servicios de salud mental de calidad a todos los niveles, comenzando por hacer visible y quitar los estigmas en las personas que sufren alguna enfermedad o trastorno mental.
Pero el peso de la historia es aún muy fuerte. En la antigüedad, la locura era mano o bien de Dios o bien del propio diablo, quedando fuera del alcance de los mortales su curación. En Mesopotamia, Israel y Persia, los trastornos mentales se entendía como posesiones por el demonio. Fue en la India, con los budistas, cuando los desajustes mentales cobraron una vertiente vinculada también a lo emocional. Comenzaron a utilizar los trastornos mentales como una forma de psicoterapia.
Como en tantas otras cosas, los griegos fueron los primeros en incluir la versión científica a los problemas mentales. Se separó por primera vez del misticismo y la religión para abarcarlo desde el punto de vista de la ciencia. Se comenzaron a investigar las causas, los efectos y fue así como surgieron diferentes escuelas y estudios: los tratamientos somáticos de la escuela hipocrática, la interpretación de los sueños, las asociaciones con enfermedades y síntomas como epilepsia, manía, paranoia, delirio tóxico, psicosis puerperal, fobias...
Roma continuó esta tendencia, en la que se estaban estudiando las enfermedades. Sin embargo, la llegada de la Edad Media y el advenimiento del Cristianismo volvió a los oscuros lugares de asociar la enfermedad mental con las consecuencias divinas. La locura volvió a ser la consecuencia de malas acciones cuyas represalias eran enviadas por el mismo diablo.
Hubo que esperar hasta el Renacimiento para dar por acabado los exorcismos y volver a las vertientes científicas. Fue en la Inglaterra de Enrique VIII cuando se inaugura el “primer hospital para locos”, el Bethlem Royal Hospital.
En la Edad Moderna el concepto ha ido evolucionando aunque, sin embargo, el camino está lejos de haber sido rápido o fácil. Por el contrario el estigma aún perdura. Aún en la modernidad se intentaba curar con palos la “furia” de la locura y se usaban cadenas como tratamiento de retención.
Philippe Pinel, director del asilo de La Salpetrière, es uno de los padres de la considerada psiquiatría moderna, el primero en hablar del origen de las enfermedades mentales, de la genética y las influencias ambientales. Las épocas de guerras no ayudaron. En los años 60 surge un movimiento llamado antipsiquiatría, con científicos que se oponen a técnicas como el electroshock, los comas insulínicos o la lobotomía.
Con el final del siglo XX y principios del siglo XXI, la dignidad de las personas con enfermedad mental logró hacerse un hueco. Se cerraron los “manicomios” y se cambiaron por hospitales psiquiátricos o centros de día. El sector de los psicofármacos comenzó a crecer exponencialmente y la “locura” dejó se tratase en términos despectivos para entender que los trastornos mentales son una enfermedad que debe abordarse desde la perspectiva clínica. Actualmente se estima que una de cada cuatro personas tiene o tendrá algún problema de salud mental a lo largo de su vida.