Miguel Delibes: a 100 años de una pluma privilegiada

El autor vallisoletano ha marcado de manera indeleble no sólo a la literatura patria a través de su obra, sino a también a la sociedad española en su conjunto mediante su ejemplo y compromiso.

En este 2020 se conmemoran 100 años del nacimiento de uno de los escritores más prolíficos e importantes de las letras españolas contemporáneas.


Mediante una prosa crítica, que dio testimonio del clima sombrío de segunda mitad del siglo XX, Miguel Delibes asumió la tarea de elaborar el retrato intimista y crítico de los grises años del franquismo.


Su vocación por no dejar títere con cabeza, de la mano de una militancia anti-censura que hizo pasar las de Caín al mismísimo ministro de información Fraga Iribarne, quedó reflejada en una trayectoria adscrita a un realismo social de cuño propio que sobrevivió al mismo régimen.


Y es que obras míticas del autor como El Camino (1950) o Los Santos Inocentes reflejan ya no sólo esta pasión por huir de cualquier tipo de constricción, sino también de manifestar los múltiples rostros y complejidad de una sociedad en constante ebullición.


No obstante, algunos tópicos concretos como la recurrencia y enaltecimiento del campo como refugio frente al industrialismo metropolitano sólo pueden explicarse a través de aquellos primeros años de vida en los campos de su Valladolid natal. 


Hijo del matrimonio formado por Adolfo Delibes, director de la Escuela de Comercio de Valladolid y de Maria Setién, fue el tercero de los ocho hijos de la pareja.


Tras cursar estudios en el colegio de La Salle, se matricula en la Escuela de Artes y Oficios, donde pronto destacaría por su destreza en el dibujo.


Después de terminar su formación, se enrola como voluntario de la marina en la Guerra Civil temiendo ser llamado a filas como parte de la infantería.


Las vivencias e imágenes de extrema crueldad en el frente cambiarán para siempre su concepción del mundo, plasmándolas luego en su novela Madera de Héroe (1987). 


De regreso a casa y haciendo por reintegrarse a la vida civil con un mínimo de estabilidad económica, intenta hacer unas oposiciones como profesor de derecho mercantil siguiendo la estela familiar.  


Lo que nadie imaginaría es que el destino le conduciría por los derroteros de la vida literaria tras obtener un humilde puesto en el periódico El Norte de Castilla.
Allí no sólo pondría en práctica sus habilidades como caricaturista, sino que también iniciará una exitosa carrera como periodista especializándose en la crítica cultural.


En mitad de aquella estresante vida, todavía le quedaría algo de tiempo para disfrutar de su recién adquirida condición de casado con Ángeles de Castro, a quien conoció durante uno de sus permisos militares y que incentivó su vocación por la escritura.


Es por ello que, tras obtener su deseada plaza como docente de derecho, se arrojó a la redacción de su primera novela. La Sombra de los Cipreses es Alargada (1948), opera prima del valleysoletano que relataría la historia de Pedro, marinero cuya vida se encuentra determinada por el pilar del pesimismo.


La obra cosecharía no sólo un éxito casi instantáneo, sino que además sería galardonada con el Premio Nadal en el año 1947.


En un contexto de tímido aperturismo del régimen franquista al exterior, Delibes proseguiría intercalando su actividad autoral con la periodística por lo que, poco a poco, comienza a escalar puestos hasta acabar convertido en el director del Norte de Castilla en 1958.


Desde su nuevo puesto de responsabilidad, asumiría una clara labor de denuncia de las condiciones del campo castellano y, cuando el mecanismo de la censura iniciaba su actuación, la crítica se reanudaba a través de la novela.


De este periodo surgirían obras como  Las Ratas (1962), aguerrido alegato contra la tiranía ejercida por los grandes latifundistas hacia los jornaleros y campesinos humildes.


Tras una serie de disputas y escarceos con las autoridades gubernamentales que pondrían en entre dicho la libertad de su periódico, Delibes dimitiría como director del medio siempre ateniéndose a su coherencia personal.


Su ya por entonces deslumbrante trayectoria vendría a coronarse con el llamamiento por parte de la Real Academia Española para que el autor ocupara el sillón de la letra «e». Sin embargo, la tragedia llamaría a su puerta con la muerte de su esposa Ángeles, lo que le mantendría alejado de la pluma durante varios años.


En homenaje a la memoria de la difunta, en el año 1991, tras haber cumplido la edad de 79 años publicaría la novela Señora de Rojo sobre Fondo Gris, sobre la tumultuosa existencia de un pintor que debe afrontar el prematuro fallecimiento de su esposa.


Ese mismo año, recibiría el Galardón Nacional de Literatura en reconocimiento a toda una carrera dedicada a las letras, hecho que insuflaría nueva vitalidad a su espíritu para llevar a cabo una obra sumamente ambiciosa: El hereje (1998), que se convertiría así en una de sus novelas de vejez más importantes, retrotrayéndose a un apasionante relato de la Valladolid de Carlos V.


Si hay algo que caracterizaba a la persona de Delibes, fue el hecho de que su propia trayectoria bibliográfica fuese una evidente representación de sus convicciones individuales. En ella, aunaba lo más profundo y sensible de su identidad, buscando escribir para comunicar a un público amplio las luces y sombras del mundo que le tocó vivir. Una vez el autor dijo que «un pueblo sin literatura es un pueblo mudo», y por ello, Delibes trató de hacer todo lo posible de dar voz a quien a duras penas podía pronunciar palabra: en ello radica la importancia de su prosa.