Madrid, la capital de todos, la que nunca defrauda
Madrid está hoy de fiesta, acogiendo a numerosas personas que se han sumado a la celebración del Orgullo. Pero Madrid es mucho más que orgullosa, es la ciudad de todos y todas, la que nunca defrauda, donde comienzan los sueños, donde todos y todas nos sentimos en casa.
El ir y venir de viajeros en Madrid nunca se detiene, pero probablemente este fin de semana, con la capital de España convertida en el epicentro nacional de la celebración del Orgullo LGTBIQ+, aún sea más evidente que Madrid es la ciudad de todos y de todas. Lesbianas, gays, transexuales, bisexuales, intersexuales, queer y demás minorías se dan cita hoy, sábado 3 de julio, en el gran desfile que partirá de la plaza Carlos V para finalizar en Colón.
Pero Madrid es mucho más que Orgullo; es la ciudad que acoge a todos y a todas, convertida con todo derecho en una necesaria e interesante propuesta dentro de nuestras recomendaciones viajeras. Orgullosa y coqueta, atrevida hasta la extenuación, provocativa y centro constante de miradas. Miralá, miralá... la Puerta de Alcalá, cantaban Ana Belén y Víctor Manuel en, sin duda, una de las canciones de referencia de la ciudad castiza.
La ciudad donde los sueños vienen y van o, como decía también la citada canción, escenario de “manadas de mangantes, doscientos estudiantes, un travestí perdido, un guardia pendenciero, pelos colorados, chinchetas en los cueros, rockeros insurgentes, modernos complacientes, poetas y colgados, aires de libertad...” Y es que si esta canción recuperaba el Madrid de los años sesenta, ese clima de diversidad, optimismo y libertad no ha desaparecido. Puede que los rockeros hayan dejado paso a otras tribus urbanas más actuales y que los doscientos estudiantes ahora se cuenten por miles, pero Madrid sigue siendo la ciudad en la que, una vez te bajas en Atocha, inspiras aires de libertad, huele a oportunidades, a sueños; esos que se llevan en la maleta desde los pueblos para dejarlos florecer en la capital del reino.
Y esos sueños no solo pertenecen a quienes se animan a buscarse una nueva vida en la capital, es más bien una sensación que impregna a todo aquel que llega a Madrid, incluso aunque sea por un viaje de un fin de semana. Porque Madrid, con sus grandes avenidas; sus parques en los que respirar huyendo del asfalto -mucho más que el renombrado Retiro, desde Juan Carlos I hasta El Capricho o el Parque del Oeste o la Casa de Campo-; el Madrid de los museos, las casas culturales, las fundaciones; el Madrid de la noche que no duerme con sus miles de teatros resistiendo a la pandemia. Madrid es la ciudad del todo, del exceso y de los brazos abiertos.
Realmente no importa el plan. Algunos escogen Madrid para unos días de reconexión con la cultura porque en Madrid la cultura, en todas sus variantes, florece a borbotones. Hay un Madrid para los niños, lleno de parques de atracciones, y actividades de ocio. Un Madrid que también refleja el legado histórico: dejar atrás Sol para atravesar la Plaza Mayor sintiendo que ya habías estado ahí antes (aunque nunca hubieras pisado Madrid), levantar la mirada hacia el Palacio Real, tras callejear por el Madrid de los Austrias. Hay un Madrid de compras interminables, recorriendo la Gran Vía, detenerse en el Palacio de Cibeles; combinarlo con una gastronomía que va más allá de compartir unas croquetas en el Tigre.
Si Madrid tiene algo por encima de todo es que no importa que no seas de Madrid (casi nadie es en realidad de Madrid), porque en Madrid todos son bienvenidos, todos estamos en casa. Madrid es de todos será porque Madrid también somos todos.