Gripe española y coronavirus: pasado y presente
Los tiempos presentes han quedado marcados irremediablemente por el fortuito brote del COVID-19 en el tablero internacional.
La rápida propagación de este virus de orígenes aún debatidos ha puesto a prueba las capacidades de actuación y gestión de los gobiernos contemporáneos frente a una catástrofe de semejantes magnitudes.
Desde ciertas esferas y sensibilidades se hace inevitable comparar la actual situación de excepción con coyunturas similares situadas en nuestro pasado inmediato.
La equiparación más lógica tiende a efectuarse con la última gran pandemia que sufrió la población mundial allá por principios del siglo XX.
Entre 1918 y 1920, finalizando la Gran Guerra, hizo aparición una gripe que trajo consigo el fallecimiento de más de 40 millones de personas en todo el globo, 300.000 de ellas españolas.
Dado que los gobiernos de los países inmersos en el mentado conflicto bélico no deseaban desmoralizar a sus soldados con tales noticias en el frente, evitaron la publicación de cualquier dato al respecto.
Fue por ello que España, al no verse involucrada en la 1era Guerra Mundial, difundió información sobre el virus, el cual atacaba de manera extremadamente violenta a jóvenes y adultos cuya edad estuviera comprendida entre los 20 y los 40 años.
Como consecuencia de aquello, a la gripe se le adjudicó la etiqueta de «española» a pesar de que algunas de las investigaciones posteriores radican su origen la base militar de Fort Riley, situada en el estado de Kansas, EEUU. Los síntomas habituales de la enfermedad eran fiebre alta, cansancio, diarreas y vómitos que, sumado a la falta de antibióticos provocaba que muchos de los portadores fallecieran a consecuencia de la neumonía que la gripe inducía.
Su paso se hizo notar especialmente por aquellos países en vías de desarrollo como la India, donde los fallecimientos alcanzaron los 17 millones.
Así mismo y explorando formas y medios con los que poder controlar el avance del virus, el distanciamiento social manifestó ser especialmente importante durante esta época, demostrando que aquellos municipios y ciudades en los que este se aplicaba de forma más rigurosa tendían a presentar un menor número de muertes.
Como respuesta a aquella pandemia, muchas naciones remodelaron sus ministerios de salud. De entre estos países que dedicaron sus esfuerzos en implementar mejores prestaciones destaca Rusia, que en 1920 se convirtió en el primer estado en establecer un servicio sanitario público para su población.
Fue ese mismo año que la gripe española desapareció sin más, dejando tras de sí enormes pérdidas humanas y enseñanzas que serían sumamente útiles para poder afrontar situaciones como las que estamos viviendo en la actualidad.