El ejercicio tiene su efecto a nivel genético
Nuestros genes no se pueden modificar, sin embargo, existen mecanismos químicos que permiten la activación o el silenciamiento de determinados genes, determinándose así la expresión génica.
Algunos de los elementos que pueden alterar la activación o inhibición de los genes son la dieta, el estrés o el grado de sedentarismo. Estos condicionantes tienen un peso de casi el 50% en determinar cómo seremos y nuestra propia calidad de vida.
Un estudio de la Universidad de Lund en Suecia ha estudiado a dos grupos de hombres, el primero con el peso que les correspondía y el segundo con un ligero sobrepeso y que no habían realizado ninguna actividad física por seis meses.
Muy conocido es ya el hecho de que la actividad física permite reducir los niveles de tejido adiposo, pero gracias a este estudio podemos conocer que antes de que se puedan observar los efectos del ejercicio, nuestro organismo ya se ha modificado. Los resultados han mostrado que, a corto plazo, la falta de ejercicio altera los genes relacionados con la acumulación de la grasa. Cuando realizamos actividad física, las células del tejido muscular trabajan con mayor capacidad para crear masa muscular.
Son inmerables los beneficios que la actividad deportiva tiene sobre nuestro organismo y por ello a todo esto, se le debe sumar que el ejercicio inhibe la actuación de genes relacionados con la degeneración celular, así como el aumento de la oxigenación de las células del tejido neuronal. Esto último favorece la memoria y la atención que mejora el rendimiento escolar de los más pequeños.