Cuando hacerse al vapor mola: la experiencia Hammam
El hammam o baño turco es una práctica que se remonta a la época romana, cuando el gran Imperio Romano se extendía por toda la cuenca del Mar Mediterráneo.
Con el nacimiento del Islam, los clásicos baños griegos o romanos evolucionan hasta dar lugar al hammam. Estos lugares pasan a ser un punto esencial en el día a día de los musulmanes cumpliendo la función de lugar de higiene antes del rezo y punto de reunión social. Hoy día, constituyen uno de los principales atractivos turísticos de muchos países.
Según el hammam al que se acuda la oferta que encontraremos será más o menos amplia, pero de forma general todos cuentas con el mismo ritual. Para poder comenzar debemos desnudarnos y quedar como nos indiquen, generalmente en ropa interior o bañador. A continuación, se entra en la sala tibia donde la gran cantidad de vapor que lo cubre todo ayuda a relajarnos y adecuarnos. En este momento, nuestro cuerpo será untado con jabón negro o jabón de Alep bien por el personal que allí trabaje o por nosotros mismos.
Tras esto, podremos pasar a una sala caliente. En esta no es recomendable estar más de veinte minutos. Su función es la de relajar nuestro cuerpo y mente aún más. Tras estas dos salas, comienza el proceso de la exfoliación donde la piel se frota enérgicamente con un guante especial con el cual limpiaremos nuestra piel deshaciéndonos de todas las células muertas y las impurezas de ésta.
Para terminar, nos daremos una ducha con agua tibia o fría que estimulará nuestro cuerpo y ayudará a eliminar todas las células muertas restantes.
En muchos casos, el tratamiento se complemente con una arcilla marroquí, el rassoul que hidrata nuestra piel.
¿Qué beneficios aporta el hammam?
Entre los múltiples beneficios que el hammam puede aportar encontramos que estimula el sistema nervioso, disminuye el estrés y ayuda a combatir el insomnio. El vapor dilata los poros, lo que ayuda a eliminar toxinas e impurezas que mejora la apariencia de nuestra piel.
Este mismo calor que genera el vapor característico ayuda a calmar los dolores menstruales y despejar las vías respiratorias siendo ideal cuando estamos resfriados, con tos o bronquitis.
Mirando atrás en el tiempo... "Baño árabe de Ceuta"
Se usaban tanto para las necesidades higiénico-sanitarias como para los aspectos de la vida islámica. Tenían un horario para hombres y otro para mujeres y algunos baños estaban vinculados a las mezquitas cercanas. Estos baños se han considerado herederos de las termas romanas, aunque con menor monumentalidad. Se han constatado tres grandes momentos de construcción: el primero en la época medieval, anterior a la fundación del baño, interpretada como el resto de una vivienda, el segundo entre los siglos XII-XIII con la construcción del cuerpo principal del baño, formado por estancias rectangulares con cubierta de bóveda de cañón y luceras cuadrangulares, y la tercera durante el dominio mariní que corresponde a una ampliación de la sala fría. La estructura del baño tiene varias partes:
El Patio, de 30 metros cuadrados, que permitía el acceso a las diferentes salas del baño y el acceso al personal de servicio al área del horno y la caldera. La Sala Fría, de la época mariní y planta rectangular iluminada a través de unas luceras cuadrangulares abiertas en la bóveda de cañón que le sirve de cubierta. La Sala Templada también de forma rectangular, con comunicación a través de sendos vanos a las salas fría y caliente. La Sala Caliente, de mayor complejidad constructiva por la necesidad de contar con un espacio excavado bajo el nivel del suelo, por el que circulaba el aire caliente que servía para elevar la temperatura. La Zona de Servicio, constituida básicamente por la zona del horno, la caldera y la leñera.
Fuente de información turística: guía oficial de la Ciudad.