¿Cómo funciona el amor?
El amor ha inspirado los mejores poemas, las mejores novelas y canciones. Uno de los sentimientos más fuertes, capaces de anular la capacidad de raciocinio tiene su origen en nuestro órgano más complejo, el cerebro.
El 14 de febrero se festeja San Valentín, día de los enamorados. San Valentín fue un sacerdote romano que, contradiciendo la voluntad del emperador, decidió celebrar matrimonios a escondidas entre quienes se lo solicitaban. Pero más allá del mito o la pasión, el amor se puede explicar científicamente.
La neurobiología del amor se sustenta en neurotransmisores, hormonas y feromonas; estos elementos actúan alterando la química y el funcionamiento de nuestro cerebro. Este proceso neurológico implica a diferentes áreas: el hipotálamo, la corteza prefrontal la amígdala, el núcleo accumbens o el área tegmental frontal.
En cuanto a las hormonas, dos son las principales en este proceso, la oxitocina y la vasopresina. Es cuestión de sexos, las mujeres usan más la oxitocina que se encarga de aumentar el nivel de confianza, favoreciendo el contacto físico. Por su parte, los hombres usan más la vasopresina que estimula la acción de la testosterona, facilita la empatía y aumenta la detección de estímulos eróticos.
Estas moléculas interactúan con nuestro sistema de recompensa, produciendo la liberación de dopamina en nuestro hipotálamo. La dopamina se encuentra íntimamente ligada con el placer y el bienestar, y es por ello que ante un enamoramiento nos sentimos tan bien. El enamoramiento tiene diferentes fases: deseo, atracción y cariño, y todas ellas se encuentran reguladas por las “hormonas del amor”. La primera fase está claramente determinada por la influencia de las hormonas sexuales: estrógenos y testosterona. Junto con éstas, actúa la adrenalina que acelera nuestro pulso, seca nuestra boca y nos produce esa sensación de nerviosismo. Sí, el amor nos estresa.