¿Qué hace tan felices a los irlandeses? Lo descubrimos en St. Patrick's Day
No es el alcohol, pese a su fama, lo que hace de los irlandeses uno de los pueblos más felices. Recorremos su carácter en este ‘St. Patrick's Day’ para aprender que ser feliz es más bien un modo de enfrentarse al mundo.
Si algo define a los irlandeses es su felicidad. Cierto es que, a nivel del ranking de países más felices, aún están lejos de Finlandia, Dinamarca, Suiza, Islandia o los Países Bajos, que acaparan el Top 5. Pero tampoco está mal colocarse en el puesto número 15 (España ocupa el 27) entre los 149 países más felices del mundo.
Sean o no los primeros, lo cierto es que los irlandeses tienen fama de felices, así como de saber pasárselo bien. En parte por su gran afición al alcohol. Pero también se puede ser feliz con un consumo moderado de esta sustancia. ¿Por qué son tan felices entonces los irlandeses? Lo descubrimos en su día grande, St. Patrick's Day, una de las sin duda jornadas más alegres del año.
En primer lugar porque la suciedad y la miseria que James Joyce nos describió en ‘Dublineses’ ha quedado atrás para dar paso a una capital mucho más cuidada y limpia, que atrae cada año a cientos de turistas, enamorados de una ciudad cosmopolita, joven y, una vez más, alegre.
Pero no solo la urbe hace feliz al hombre y uno de los puntos claves de la felicidad de los irlandeses es su relación con lo verde -y no solo porque sea junto al naranja el color que los representa-, sino porque tienen increíbles paisajes y espacios con la naturaleza como protagonistas.
Los acantilados de Moher (Cliffs of Moher) son, probablemente, uno de los lugares más emblemáticos del país. También merece la pena adentrarse en el Anillo de Kerry (Ring of Kerry), un recorrido por la naturaleza más salvaje del país, en el que encontrarás carreteras en las que tendrás que pararte para que pasen las ovejas, casas señoriales rodeadas de granjas, lagos maravillosos e impresionantes caminos a pie de montaña. Y es que la sabiduría de la calma, el poder de la contemplación, es sin duda otro de los aspectos que nos enseñan los irlandeses. Detenerse a respirar para ganarse a pulso el título de la felicidad.
El carácter afable, acogedor y cariñoso de los irlandeses -que contrasta con el de los vecinos británicos- es otro de sus puntos fuertes. No es solo fama, la sociedad irlandesa se entrega tanto con los amigos como con los desconocidos, hasta el punto de dedicarse en los entierros a contar las historias más divertidas del fallecido para acabar convirtiendo todo funeral en una fiesta.
El multiculturalismo del país, sumado a sus avances -pese a las sucesivas crisis económicas- hacen del país un rincón en el que la experiencia de vivir se ha convertido en una agradable decisión.
En definitiva, no es el alcohol -de hecho, su consumo ha caído en un 25 % durante la última década, según un informe de la Organización Mundial de la Salud de 2017- lo que hace que los irlandeses sean felices James Joyce renegaba de las “grandes palabras” pues eran las que hacían “infelices” a los hombres. A cambio, los irlandeses han sabido valerse de las pequeñas pero eternas satisfacciones. La naturaleza, la amabilidad, la alegría...