Tomás mató a sus hijas; a Rocío la mató su exnovio
La cruda realidad ha dejado, con apenas horas de diferencia, el fiel y cruel reflejo de la violencia de género. Una mujer, Rocío, de tan solo 17 años, descuartizada por su expareja. Dos niñas, de un año y seis, asesinadas por su padre para hacerle el peor de los daños a una madre.
Desde la isla de Tenerife al resto del mundo, la connmoción y la rabia se extendió al conocer la evidencia: Tomás había matado a sus dos hijas. Hace 45 días, Beatriz, en su desesperación como madre, denunció que su expareja había secuestrado a sus hijas, Olivia y Anna, de seis y un año respectivamente. La mujer se había separado de él durante el embarazo de la segunda niña, a consecuencia de sus múltiples infidelidades. Y él la amenazó: no volverás a ver a tus hijas.
Se conoce como violencia vicaria cuando el asesino deshumaniza a las personas más vulnerables y cercanas a la víctima de violencia machista con el objetivo de convertirlas en un objeto y de este modo aumentar el dolor y provocar el sentimiento de culpabilidad de la víctima, por no poder proteger a los seres que más quiere: sus hijos.
Durante 45 días, las fuerzas de Seguridad, en un impecable trabajo, han buscado por tierra y mar a las niñas desaparecidas, con la esperanza de encontrar al hombre camuflado con sus hijas en algún lugar de España, de Latinoamérica, de África... De cualquier rincón del mundo.
Incluso cuando se encontraron una botella de oxígeno y una manta en el fondo del mar en Tenerife, la madre seguía agarrada a la esperanza, confiando en que fuera un “teatro” del asesino y que sus niñas siguieran vivas.
Pero este jueves, día 10, la Guardia Civil encontró el cuerpo sin vida de la niña mayor, Olivia, en el fondo del mar. La realidad más cruel, el desenlace más oscuro, se hizo presente. Tomás había matado a sus hijas y arrojado al mar sus cuerpos.
Tomás no es un hombre loco que desvarió. Es un asesino premeditado, un maltratador que ha sido capaz de matar a sus propias hijas -la hipótesis que barajan las fuerzas policiales es que asfixió a sus niñas antes incluso de amenazar a la madre- para dañar a su expareja, para matar en vida a Beatriz. La violencia de género en primera plana.
Con apenas horas de diferencia, la localidad sevillana de Estepa era escenario también de otro crimen de violencia machista. La familia de Rocío Caíz había denunciado hacía una semana la desaparición de esta menor, de 17 años. La mujer había acudido a Estepa desde Martín de la Jara, también en Sevilla, para recuperar algunos objetos que tenía su exnovio.
Una semana después, ayer, el hombre confesaba que la había asesinado y descuartizado. El cuerpo de la víctima ha sido localizado en un aparcamiento.
Dos niñas muertas. Una joven muerta. No muertas, asesinadas por personas a las que querían. Un antiguo novio. Un padre. Y muerta en vida, Beatriz. Víctimas, las cuatro, de la violencia de género.